La Nación
EDITORIAL

Menores delincuentes

La participación de menores de edad en actos delictivos sigue en ascenso. Pese a las nuevas normas la criminalidad juvenil no logra reducirse. Por el contrario, niños y adolescentes siguen siendo los principales actores de la inseguridad urbana. Y no solo en delitos de alto impacto como atracos, robo de celulares, robo de motos o raponazos.

Las principales redes de microtráfico de estufacientes están conformadas generalmente por mujeres y menores de edad. También en casos de sicariato. Sorprende a las autoridades judiciales el aumento de los menores en homicidios. Neiva no es la excepción en estas estadísticas nacionales.

La proliferación de las pandillas juveniles es el reflejo de lo que está ocurriendo. No son casos aislados. Inicialmente eran organizaciones lideradas por adultos delincuentes los que inducían a los jóvenes, orientaban las acciones, les facilitaban armas y compartían el botín. Muchos de ellos son reducidores.

En promedio, entre 60 y 70 menores de edad son capturados diariamente en el país por delitos como hurto y tráfico callejero de estupefacientes.

Según la Policía en el 2014 fueron capturados 24.357 menores de edad en todo el país.  Actualmente 8.060 menores de edad están involucrados en delitos. De estos 3.415 están privados de la libertad. Los delitos más recurrentes son tráfico, fabricación y porte de armas (31%); hurto (29%); hurto calificado (12%); lesiones personales (10%) y fabricación y porte de armas (8%).

Las cifras contrastan con la alta deserción escolar, los altos niveles de pobreza extrema y la desocupación. La falta de oportunidades para los jóvenes y la ausencia de políticas públicas contribuyen con estos fenómenos. En la todos los programas de gobierno, locales y regionales, figuran acciones en este sentido, sin que al finalizar, se vean resultados. Muchos terminan siendo contratos temporales, con una baja cobertura y sin efectos cuantificables.

La conducta antisocial de los jóvenes representa un problema complejo y un reto para las instituciones

Estas alarmantes cifras, no desaparecerán con la creación de nuevos centros reclusorios, ni con el aumento de penas.  La criminalidad en adolescentes es una compleja trama de factores sociales, culturales, económicos y personales que los coloca en alta vulnerabilidad.

La infracción de la ley, el consumo de drogas, el ejercicio de la violencia, entre otras características, constituyen formas de interacción con el entorno, según expertos, que señalan una forma de subsistir y habitar la marginalidad social. Esta conducta criminal no es fortuita, es el resultado de aprendizajes en un entorno conflictivo. En este contexto, se asume la conducta delictiva juvenil como responsabilidad no sólo de quien ejerce dicha conducta, sino de la sociedad en su conjunto.

 
“En promedio, entre 60 y 70 menores de edad son capturados diariamente en el país por delitos como hurto y tráfico callejero de estupefacientes”.

 

Editorialito

La alerta amarilla decretada en la red hospitalaria servirá para atender eventualidades que suelen ocurrir durante la temporada sampedrina. Una temporada dura en términos de salud pública.