La Nación
COLUMNISTAS

Menos mal que existe el infierno

El mal ha tocado fondo y no sé cómo abordarlo. Tan grave es el mal moral que el bien se ha desteñido; es más, se ve el mal como un bien. ¡Es el colmo! Permítame, amigo lector hacer esta afirmación, que no es muy cristiana: “menos mal que existe el infierno”. No se trata que a todos yo los mande al infierno, ¿quién soy yo para hacerlo? Se trata de constatar que no existe en un alto porcentaje de ciudadanos, una conciencia moral. El engaño aparece por todas partes. Uno es el discurso y otra es la realidad. Como dice el salmo bíblico: “mi amigo, aquel con quien compartía mi pan, es el primero en traicionarme”. Cómo se ve esto en el escenario político. Me causa pavor tanta sed de venganza; se aprovecha del poder para “desquitarse” de los adversarios, pero con pasión. Los juicios motivados por la pasión son totalmente sesgados. ¡Pobres víctimas! Por eso, líbrame señor de los juicios humanos. ¡Qué hermoso es el juicio divino! , a Dios nadie lo podrá engañar. Usted puede ser condecorado por todas las instituciones públicas y privadas, pero si ha engañado y ha utilizado su investidura para maltratar al otro, tendrá que pagar sus consecuencias. Dios es misericordioso, pero Dios es absolutamente justo.

Me da dolor ver tanta injusticia y llegar a la conclusión que no pasa nada. Nunca como ahora en la historia de nuestro país hay tantos órganos y entes de control y, sin embargo la maldad parece imparable. Hacer dinero fácil resulta una meta social aprobada por el imaginario cultural. Robarle al Estado es lo propio de una persona audaz y que sabe aprovechar el “cuarto de hora”. ¡Qué horror! El malvado tiene tanta audacia que logra salir inocente después de tantas porquerías que ha cometido. Se dan testimonios falsos a granel y la conciencia se compra por un plato de lentejas. Las políticas asistenciales del Estado están deformando la conciencia moral de los colombianos. Los subsidios repartidos estilo Rey Midas, van degenerando una sociedad de zánganos. Un Estado benefactor que compra conciencias a cambio de dádivas materiales. Nunca saldremos de pobres y así a los pobres los tendremos siempre cautivos. El ser humano con hambre no es libre. La caricaturesca historia de la colonización nos enseña que a los aborígenes los atraían con espejos. Seguimos en las mismas, solo que hemos cambiado los espejos. Así tendremos a un pueblo siempre domesticado.

Al encontrarme en un callejón sin salida frente a tanta maldad, me refugio en la oración y le pido a Dios justicia. Como veo que los malvados se enseñorean en su poder de engañar y oprimir, le suplico al Dios justo que el “Día de Dios”, llegue pronto. El “Día de Dios”, es la esperanza del justo. Es el único día que es luz para el honesto y tinieblas para el malvado. Esa es la esperanza de los que creemos que ser honesto es rentable; que ser recto es una ganancia; que ser de palabra genera confianza. No le tengamos miedo a los que matan el cuerpo, tengámosle miedo al que puede mandar cuerpo y alma al infierno. A la hora del juicio aparecerá la verdadera justicia.  Veo un colosal monumento a la injusticia y le veo muchos adoradores.
+ Froilán, obispo de Neiva