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Necesitamos una nueva política de salud mental 1 6 mayo, 2024
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Necesitamos una nueva política de salud mental

El médico y especialista Camilo Chilatra analiza el deterioro de la salud mental de los colombianos y advierte sobre la necesidad de una política orientada a facilitar que las personas afronten de la mejor manera posible el estrés usual de la vida en comunidad.

 

Necesitamos una nueva política de salud mental 7 6 mayo, 2024
Diego Camilo Chilatra Sánchez.

Médico, especialista en Cirugía General, especialista en Gerencia y Auditoría de calidad en Salud. Fundador del Colegio Médico del Huila.

 

Suelen sobrar las palabras cuando se trata de establecer lazos de compasión con las familias en las que alguno de sus miembros ha sufrido una patología psiquiátrica, pues esta situación conlleva un dolor solo mensurable para el seno de la familia que la padece.

Hace nueve años, en el volumen 33 de la revista Biomédica se publicaba un editorial sobre la salud mental en Colombia, y desde entonces ya se proyectaba un incremento sustancial del 10% al 15% de las patologías psiquiátricas a nivel mundial en relación al total de las enfermedades; esto significaba un incremento mayor que para las enfermedades cardiovasculares, y auguraba que para el año 2015, la depresión en Colombia sería el principal motivo de consulta.

Para entonces, el 40.1% de la población de 18 a 65 años de edad había sufrido, estaría sufriendo o sufrirá alguna vez en su vida un trastorno psiquiátrico diagnosticado, siendo los trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y de control de impulsos junto a los de consumo de sustancias psicoactivas las principales causas.

Estos datos que ya eran preocupantes tuvieron un incremento inusitado bajo el contexto inesperado que significó la pandemia covid-19, convirtiéndose en un hito en la historia universal para la salud mental de todo el planeta que padeció la paradoja de la incertidumbre total en una época de intercomunicación globalizada en tiempo real, donde la supervivencia implicó no solo el factor del azar, sino el de las medidas de autoexclusión para mitigar el riesgo de contagio.

El mismo espacio físico compartido con las mismas personas por tiempo prolongado, asociado a la pérdida de empleos, quiebra de negocios y deceso de familiares, provocó que la ansiedad y la depresión-suicidio tuvieran tasas incrementadas como nunca antes se había contabilizado a escala mundial, nacional y local.

Solo en Neiva, durante el año 2020 se presentaron 214 casos de intento de suicidio, que se incrementaron en 2021 a 222 casos, con la triste cifra de 22 y 26 casos consumados respectivamente cada año, cuyos mecanismos principales fueron el consumo de sustancias tóxicas, el uso de armas cortopunzantes, el ahorcamiento y el lanzamiento al vacío.

Una nueva mirada

Todo lo anterior nos obliga a repensarnos no solo las medidas tácticas como las líneas de atención al potencial suicida 24/7, que, por supuesto han demostrado a escala mundial que son necesarias e importantes, sino ante todo, el cambio de paradigma en la concepción desde el orden nacional, de que la salud mental es parte integral e indivisible de la salud física, siendo su promoción y prevención un elemento fundamental de la salud pública orientada a facilitar que las personas afronten de la mejor manera posible el estrés usual de la vida en comunidad.

Esto implica que los condicionantes de la salud sean atendidos de forma permanente e integral en aras de mejorar constantemente la calidad de vida de los ciudadanos a través de la buena nutrición, el trabajo digno, la educación, el esparcimiento, las artes, la lúdica, el deporte, la movilidad, la vivienda, así como la prevención y sanción de la violencia intrafamiliar y el abuso.

Como primera medida, deberá ser política pública la promoción y prevención de la salud mental como aspecto transversal del buen vivir. Esto incluye estrategias dirigidas a la satisfacción de las necesidades nutricionales, afectivas y educativas desde la primera infancia, a través de grupos multidisciplinarios que incluyan profesionales en psicología, pediatría, psiquiatría, medicina general, enfermería, promoción de salud, medicina familiar, nutrición y pedagogía responsables del monitoreo constante de subgrupos poblacionales en los barrios, veredas, escuelas y colegios. A su vez, deberán existir políticas de educación sexual, prevención de consumo de sustancias, estímulo lúdico, artístico, deportivo y vocacional hacia los jóvenes, y por supuesto, grupos de profesionales dirigidos a estimular los intereses de desarrollo de la población adulta mayor y de la tercera edad, todo orientado a la búsqueda del núcleo familiar en su propio entorno.

Sin embargo, como la prevención no implica desatender la enfermedad, se requiere una campaña permanente de sensibilización para que se deje de ver la enfermedad mental como un tabú y se comprenda que todos estamos en riesgo de padecerla en cualquier momento, y que por ende tenemos el derecho -y el deber social- de consultar cuando sea necesario. De igual manera, incrementar las campañas de divulgación de la existencia de los canales de atención 24/7 para personas en riesgo de suicidio, y por supuesto, aumentar el recurso humano en salud mental: psicólogos y psiquiatras, así como la capacidad instalada de unidades de salud mental con enfoque humanizado, en locaciones tranquilas de ubicación suburbana o semirrural que faciliten la recuperación integral de nuestros pacientes.

 

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“Se requiere una campaña permanente de sensibilización para que se deje de ver la enfermedad mental como un tabú y se comprenda que todos estamos en riesgo de padecerla en cualquier momento”

 

 

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Solo en Neiva, durante el año 2020 se presentaron 214 casos de intento de suicidio, que se incrementaron en 2021 a 222 casos.