La Nación
EDITORIAL

Pasajes aéreos no aterrizan

La ministra de Comercio, Industria y Turismo, Cecilia Álvarez-Correa puso el dedo en la llaga al solicitarle formalmente a Avianca y a las demás aerolíneas que bajen el precio de los pasajes nacionales, con el fin de fomentar el turismo. La propuesta revive un debate que con razón promovió el Huila, el año pasado, liderado por los gremios económicos y las autoridades locales.

La capital del Huila, se convirtió junto con Pasto, en los destinos aéreos más costosos del país. Volar de Neiva a Bogotá es más caro que hacerlo de Bogotá a Cartagena o Miami.

Un pasaje desde Neiva hasta Miami (Estados Unidos) cuesta en promedio un millón de pesos, casi igual que de Neiva  a Bogotá, en tarifa promocional, y un millón doscientos mil pesos en un trayecto normal, relativamente corto (30 minutos de vuelo) y con equipos de menores condiciones técnicas, que los usados en las grandes ciudades del país. Las tarifas de Bogotá a Cartagena, Santa Marta o Barranquilla, ida y regreso, son infinitamente más baratas, casi la tercera parte, en un trayecto más largo (45 minutos) y en aviones de mayor capacidad que los que llegan a Neiva. Lo mismo ocurre con las tarifas de Cali a San Andrés.

La petición, formulada durante la Feria de Anato, generó, como era de esperarse, la reacción adversa de las empresas aéreas.

Bajar las tarifas, según las aerolíneas, pondría en riesgo la sostenibilidad de las compañías, en plena libertad para fijar el valor de los pasajes.

El argumento central es que ese régimen de libertad total se ajusta a las tendencias del mercado aéreo del mundo y que no se miden aisladamente, sino, considerando la estructura de costos de la operación.

Ese modelo tarifario se adopta muchas veces, como ocurre en el Huila, si tener en cuenta las características del trayecto, las condiciones y costos de la operación, las distancias a recorrer y el tipo de aeronaves. Para la aplicación de las tarifas no valen los porcentajes de ocupación, las temporadas y las ofertas especiales pocas veces aplican.

El esquema de libertad vigilada, desmontado en el 2012, servía para evitar incrementos desmedidos en las tarifas, en particular las nacionales, como viene ocurriendo, afectando a los tradicionales usuarios y espantando a clientes potenciales.

Ese modelo también prevenía las guerras tarifarias y por supuesto, la competencia indebida o los abusos de la posición dominante. 
Aunque la petición de la Ministra tiene sentido e interpreta el malestar de los viajeros, las empresas, investidas de esa libertad, no cederán. Las tarifas, en este caso, seguirán por las nubes.

 
“Volar de Neiva a Bogotá es más caro que hacerlo de Bogotá a Cartagena o Miami”. 

Editorialito

Gústeles o no a los representantes de Dignidad Cafetera, Luis Genaro Muñoz, gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros, es para el Huila un socio estratégico. Insistir en su salida, es apoyar a quienes pretenden desbancar al Huila de su destacado liderazgo.