Desde distintas áreas, el personal de la salud del Huila ha estado batallando en primera línea durante el 2020 contra la COVID-19 y por la vida de los demás; todo en medio de turnos extendidos, pérdidas de seres queridos y hasta con el propio virus en su cuerpo. Estos son cuatro relatos sobre la pandemia actual a través de sus ojos.
“Mi esposo incluso me dijo que renunciara”
Con botas, monogafas, gorro, overol, bata, guantes y el infaltable tapabocas, María Alejandra Clavijo Cajiao se ‘arma’ diariamente y se dispone a trabajar en el área de esterilización de la Clínica Medilaser, en Neiva.
Mientras hacía uno de sus turnos, contó que su proceso es de limpieza y desinfección de las áreas críticas, “donde se realizan procedimientos invasivos, como salas de cirugía, sala de partos, las UCI; y no críticas, es decir, hospitalizaciones, salas de espera, pasillos”, explicó.
Con la presencia de la pandemia ha tenido que extender sus horarios laborales, manejar nuevos químicos, y nuevos Elementos de Protección Personal (EPP). Trabaja seis de los siete días de la semana, con diferentes turnos dependiendo de la zona hospitalaria.
Según María, para proteger a sus dos hijos y esposo, siempre está de la mano del alcohol, y al finalizar cada turno se ducha y cambia de ropa.
“En mi casa cumplimos un protocolo de bioseguridad, mi esposo me tiene en el primer piso una bolsa, al llegar me quito la ropa y tengo una ruta por donde me voy hacia el baño, me ducho. Luego sí saludo a mis hijos. Ahora ya he aprendido a ver todo normal, he aceptado la realidad en la que vivimos, al principio me dio miedo, mi esposo incluso me dijo que renunciara, pero no lo hice y ya aprendimos a manejar esto”, narró.
Las muertes por el virus o por otras enfermedades las ha aprendido a ver con “normalidad dentro de lo posible”. También contó que aunque al principio sintió discriminación, con el tiempo sus vecinos ya la han aceptado más.
María es oriunda de La Plata y desde hace 12 años está radicada en Neiva, vive en el barrio Los Andes. Es tecnóloga en Gestión de Servicios de la Salud. Y se ha practicado dos veces la prueba de COVID-19, que han resultado negativas.
“Me daba miedo salir vestida de enfermera”
Laura Camila Caro Díaz recuerda que los momentos más difíciles los vivió en el periodo en que, en la Clínica, “un compañero salía de aislamiento y otro ingresaba”, a tal punto de que hoy en día, gran parte han sido portadores. Mientras algunos cubrían las incapacidades por COVID-19, eran tantos los pacientes con el virus, que casi no había personal. “Y por más de que se hicieran convocatorias de trabajo, no se cubría la demanda del momento”.
Doblaron turnos y fueron semanas de estar más en la clínica que en la casa. Con la llegada de la pandemia las labores en la UCI Quirúrgica tuvieron un cambio “del cielo a la tierra”. Para Laura ha sido un proceso de aprendizaje continuo y en el que todos han puesto de su parte para fortalecer los protocolos de bioseguridad.
El aviso
Cuando se registró el primer caso la Jefe de enfermería tuvo “mucha angustia”, dijo. “Desde el primer momento nos pusieron en sobre aviso de que íbamos a estar en primera línea, que la UCI de nosotros había sido escogida para realizar ese aislamiento. Fue muy duro, sentíamos muchos nervios al saber que el virus iba a estar tan cerca y que no sabíamos qué pasaría. Además, me daba miedo salir vestida de enfermera a hacer mercado, porque temía al rechazo; pero al final nunca lo sentí así”.
Conforme avanza la pandemia, los temores de Laura han ido mutando, en parte porque vivió en carne propia lo que hace este virus en el cuerpo.
En tres momentos diferentes y por sospecha se hizo la prueba, “a veces los nervios, o en muchas ocasiones uno se levantaba con la sugestión de que estaba enfermo, pero daban negativo”, dijo.
Paradójicamente en la cuarta, cuando estaba esperando un resultado similar, resultó ser portadora.
“En ningún momento tuve síntomas, estaba mucho más tranquila con el tema, hacía deporte, realmente nunca me sentí fatigada ni cansada, ni tuve tos ni gripa. Esperaba a que la llamada fuera para decirme que era negativo, pero no fue así”, detalló.
Se practicó el examen en octubre porque la compañera con quien vive dio positivo. Ahora, a veces está un poco más tranquila, pero es consciente de que puede haber una reinfección. “Yo no tuve síntomas, no sé si fue mi segunda vez, o si mi cuerpo pueda reaccionar de la misma manera a otra reinfección, así que no bajamos la guardia”, concluyó.
“Uno trata de salvarlos, de hacer lo posible”
Doris González vio cómo los pacientes de COVID-19 fueron llenando las salas del hospital dispuestas para tal fin, personas gravemente enfermas ocuparon gran parte de la Unidad de Cuidados Intensivos, el cambio fue notorio, “las camas no daban abasto con tanto paciente que llegaba”.
Con el tiempo, los planes han dado resultado y se ha logrado dar respuesta, “pero hemos visto morir a muchas personas, a amigos, a gente cercana. Ha sido muy duro. Uno trata de salvarlos, de hacer lo posible por cada uno de los que ingresa, pero la enfermedad ataca de manera diferente, a veces no depende del servicio sino de cada sistema inmunológico”, precisó.
Entre esas víctimas fatales figura el doctor Oscar Moreno, el primer médico que perdió la vida a causa del virus en Huila, amigo y compañero de trabajo.
Desde el comienzo de la pandemia el personal de salud del hospital recibe continuamente capacitaciones especializadas con cada área, para de esta manera, todos hablar el mismo idioma. Los turnos se han hecho más pesados, hay momentos en que están “colapsados con el número de pacientes que ingresan o con el número de complicaciones que se presentan al mismo tiempo. A veces uno puede decir, se complicó un paciente e ir a tratarlo, pero con la pandemia pueden haber varios necesitando atención por el mismo personal”.
Doris todavía llega a casa con el trabajo en la cabeza, “pensando en algún paciente”, comunicándose con el hospital. No se desliga del centro asistencial, dijo.
También resaltó que es normal sentir miedo, que nunca ha pensado en renunciar y siempre ha querido estar pendiente de ayudar. Se ha realizado tres pruebas de rutina para COVID-19, todas con resultado negativo.
En época de fin de año el mensaje más importante para la ciudadanía es que “tomen las medidas necesarias para que el virus no continúe propagándose”.
“Reitero todo mi compromiso, mi esfuerzo”
“Para mí ha sido una gran oportunidad de la vida, como persona y profesional de la salud, como médico que soy. Desde que asumí la responsabilidad era consciente de la gran complejidad de lo que significaba la pandemia por COVID-19.
He dedicado todo momento a poder desarrollar cada una de las actividades orientadas a articular esfuerzos, no he ahorrado tiempo para convocar a los actores institucionales y la comunidad, en torno a una respuesta oportuna y adecuada.
En este ejercicio desde luego tengo que dar gracias a Dios porque me ha dado la prudencia, sabiduría, tolerancia y equilibrio para poder armonizar cada uno los detalles que se requieren para actuar y poder mostrar unos resultados.
Uno quisiera mostrar mejores resultados en cuanto a menor número de decesos, mortalidad, morbilidad grave, sin embargo, la misma historia natural de la enfermedad y el desconocimiento de la COVID-19 no nos ha permitido en algunas ocasiones actuar de manera acertada desde el punto de vista clínico. Pero reitero todo mi compromiso, mi esfuerzo como persona y profesional, ya nos estamos preparando para el escenario de vacunación del próximo año 2021”.
