La Nación
¿Qué significa la ciudad? 1 6 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¿Qué significa la ciudad?

Piero Emmanuel Silva Arce

 

A medida que avanzaba el modelo económico capitalista, gracias al impulso de La Revolución Industrial y de La Revolución Francesa, se iba dejando atrás el modelo feudal de sociedad. Durante los siglos XIX y XX grandes masas de pobladores rurales en Europa se trasladaban a las industrias que emergían en las ciudades y cambiaban de manera radical las relaciones del mundo del trabajo. Se fue configurando la relación entre el trabajador y el dueño de las fábricas, siempre mediada por el salario que, a su vez, representaba el valor con el que se compraba (y se sigue comprando) la fuerza de trabajo de acuerdo a las leyes del mercado. Es decir, el trabajo es una mercancía.

En este contexto, las ciudades se convirtieron en esos conglomerados de personas que se dedicaban a todo tipo de actividades. Con los entornos urbanos se generaban una multitud de expectativas, para las clases pobres aparecían esperanzas de hacer un buen negocio con el fin de escapar hacia otro tipo de vida y, quizá, poder acceder a los lujos ofrecidos por las vitrinas. Por el contrario, para las clases tradicionales y adineradas, la ciudad llegó a significar una amenaza pues esta ponía en cuestión sus costumbres y su posición hegemónica en un determinado contexto. Además de lo económico, la ciudad significó un cambio radical en lo cultural; los clubs nocturnos, los cafés, las discotecas, las librerías, los parques, entre otros, se convirtieron en escenarios que posibilitaron el encuentro de todo tipo de personas; se podía discutir de política, de literatura y de sexo, sin la vigilancia escrupulosa de los vecinos o del cura del pueblo.

Si bien las ciudades latinoamericanas se han desarrollado a bordo de procesos sociales, políticos, culturales y económicos diferentes a los de Europa, la relación constante entre estos dos continentes generó una visión más o menos homogénea alrededor de lo urbano. Los procesos migratorios, comerciales y una industrialización intermitente y heterogénea en América Latina, produjo la conformación de las ciudades con las que se cuenta actualmente.

Sobre Neiva se puede decir que aún le falta mucho para ser una ciudad. Los únicos espacios de encuentro que han generado los “visionarios” gobernantes son los fríos centros comerciales. Una que otra biblioteca en mal estado, a excepción de la del Banco de la República, una librería en un centro comercial y una oferta cultural muy reducida, son el reflejo de la poca calidad intelectual de los administradores públicos. La tradición sigue arraigada en un contexto que no permite construir otro tipo de realidades.