La Nación
Recordando a Pedro Clavijo 1 4 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Recordando a Pedro Clavijo

 

Germán Palomo García

 

El pasado 9 de abril murió en Moscú el corresponsal de Caracol en la hoy Rusia por más de 25 años, Pedro Clavijo P. Su partida me produjo varias reacciones. Una, la de lamentar la muerte de un amigo que me enseñó a conocer ese mundo enigmático de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, el primer país comunista del planeta y con quien compartí horas de diálogos enriquecedores. También, la partida de un colombiano que logró una profunda inmersión en la cultura rusa y soviética (Solzhenitsin siempre dijo que soviético era el gobierno; el alma seguía siendo rusa) que le permitió realizar una labor periodística no solo para Colombia sino para el mundo.

Pedro llegó a Moscú de manera inesperada. De Colombia viajó a Pekín (hoy Beijing) a estudiar derecho internacional pero de entrada le revelaron que el objetivo real era formarlo en “guerra de Guerrillas” en la versión de Mao Zetung. Pedro “desertó” y en el viaje de regreso enfermó y fue hospitalizado en Moscú,  escala del vuelo. La enfermera que lo atendió se convirtió en su esposa y así comenzó su vida rusa y su ejercicio como periodista. En su libro “Reportajes Desde Moscú” impreso en 1.977 en la editorial Alfonso Rentería Editores de Bogotá con un tiraje de 40.000 ejemplares y que poseo con dedicatoria del autor, destaca tres hechos que cubrió: la celebración en 1976 de los 15 años de la llegada de Yuri Gagarin al espacio. Hoy el mundo celebra 60 años de ese histórico paso. Tsiolkovski, el padre de la cosmonáutica soviética, 30 años antes del vuelo de Gagarin pronosticó que “la humanidad no radicará eternamente en la tierra” lo que se ve hoy más cercano gracias al lanzamiento, en el verano de 1.975, del experimento conjunto EEUU-URSS denominado EPAS hoy la estación orbital internacional visitada por cosmonautas de varias nacionalidades con varios meses de permanencia. Pedro fue el único colombiano invitado a este lanzamiento. La tercera, el reinicio de las relaciones colombo-soviéticas en 1968 después de su rotura en 1948 por la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, curiosamente, en la misma fecha de la suya.

Un día, a la medianoche de un crudo invierno, golpearon a mi puerta. Era Pedro Clavijo quien presuroso me solicitaba evitar que su hijo fuera enviado a la guerra de Afganistán. Por su condición de hijo de colombiano, nos fuimos a la embajada y aplicando la convención de Roma le expedí un pasaporte con el exclusivo propósito de viajar a Colombia para definir su nacionalidad. Así, su hijo se salvó de participar en una guerra que, en la nochebuena de 1979, la URSS había decidido enfrentar. Una anécdota que Pedro nunca olvidó. Yo tampoco. Descanse en paz, viejo amigo.