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¿Sabes cómo empiezan los cuentos?…Por Magda Gutiérrez.

Hay una frase que dice: “Que cuando Dios quiere escondernos algo, lo esconde bien cerca nuestro” En realidad nos cuesta creer que Dios nos haga maravillosos regalos y nos lo deje en la puerta. Hay una frase que dice: “Que cuando Dios quiere escondernos algo, lo esconde bien cerca nuestro” En realidad nos cuesta creer que Dios nos haga maravillosos regalos y nos lo deje en la puerta. Y aun así  padecemos de una ceguera voluntaria ocasionada por nuestro escepticismo e impaciencia. Tenemos una tendencia a complicar las cosas, a darle vueltas cientos de veces a un mismo asunto, darle espacio a la duda, al miedo y terminar como el gato que juega con la lana, enredado. Cuando en realidad  la cuestión es creer y tener paciencia. Claro, hay pruebas donde Dios te pregunta abiertamente: ¿Esta actitud tuya frente a dicha situación es de perseverancia o terquedad? Aunque  tratemos de venderle el “cuento” que  ser tercos puede ser una cualidad en ciertas situaciones, Dios de una nos saca el diccionario y nos confronta los conceptos. ¡Nada que hacer!. Por lo tanto ¿Sabes como empiezan los cuentos?… Había una vez una amiga llamada “Pepita Pérez”,  ella me solicitó el favor  que la acompañara a un hipermercado “X” a comprar unas cervezas. Luego de haberlas comprado, me dirigí a la cocina a buscar el destapador con tan mala suerte que no había. Así que le dije a “Pepita” y pues su cara de aburrimiento salió a flote, y ante la imposibilidad de saciar su deseo etílico se vio en la tarea de ingeniárselas como Macgyver. Cogió la botella de cerveza y se fue de chapa en chapa. Yo no hacía más que verla recorrer las puertas de  los cuartos, los baños y el de la cocina, y de nuevo hacía el mismo recorrido. No obstante, yo le decía que la destapara con cuidado para que no se fuera a lastimar. Luego de verla, ya me estaba mareando no de tomar sino de verla hacer el mismo recorrido. Así que le manifesté  mi deseo de querer intentar destapar la cerveza, lo cual ella accedió. Yo que tomo el envase y me dirijo a la primera chapa ubicando el mejor ángulo de la tapa para que esta encajara perfectamente…y como siempre Dios habla en cosas tan simples, pequeñas y obvias. Yo que tomo el envase, introduzco la tapa de tal manera que no se fuera a regar tan preciado líquido y esta que me habla. Bueno, lo digo porque alcanzo a leer lo que decía alrededor de la tapaAbre fácil, gire la tapa. No hice más que mirar a “Pepita”  y entregarle la cerveza destapada. Al final, aprendimos la lección ya que muchas veces en nuestra vida tenemos la respuesta o solución frente a nosotros. Es solo que hay que tener paciencia, dejar la impulsividad, el afán  y de paso como medida preventiva, pedirle los anteojos a la abuela para leer bien y oportunamente. ¿Miopía o escepticismo? he ahí la cuestión. *Por sugerencia de la protagonista fue cambiado su nombre. Magdamigu@gmail.com