La Nación
Víctimas en Acevedo relatan el dolor de la guerra y buscan la paz 1 26 abril, 2024
HUILA

Víctimas en Acevedo relatan el dolor de la guerra y buscan la paz

Exguerrilleros de las otrora Farc-EP y las víctimas del conflicto interno armado de Acevedo, estuvieron frente a frente en el corregimiento de San Adolfo, en un Encuentro por la Verdad y Reconocimiento de Responsabilidades. El evento se dio en el marco de la implementación de Acuerdo Final y propicia el diálogo para ayudar a superar la historia de violencia.

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El dolor de las víctimas de Acevedo tras las tomas guerrilleras de los años 1987 y 2001, del asesinato de líderes sociales, como también de otros hechos en el marco del conflicto interno armado, salió nuevamente a flote en el corregimiento de San Adolfo, esta vez frente a excombatientes del Bloque Sur de la otrora guerrilla Farc–EP quienes son los responsables de esos hechos en la apartada zona rural.

El evento se dio en el marco de la implementación de Acuerdo Final y fue propiciado por la Comisión de la Verdad que lidera Encuentros por la Verdad y Reconocimiento de Responsabilidades en todo el país. El proceso en Acevedo como actor de reparación colectiva inició hace 20 meses con las familias víctimas y los responsables.

“Con dedicación y profunda reflexión se han dado la oportunidad de escucharse y dialogar para buscar respuestas de los hechos ocurridos en el marco del conflicto y reconocerse desde la humanidad”, señaló la Comisión.

“Este espacio constituye un hito muy importante para empezar a comprender lo ocurrido y poder superar nuestra historia de violencia, el reconocimiento de lo que pasó, es esencial para aprender a convivir en medio de las diferencias, para que la democracia se profundice y nunca más las armas sean un recurso”, agregó.

Familiares de líderes sociales como Alcibíades Papamija y Wilson Facundo, del candidato a la alcaldía de Acevedo, Jesús María Silva Rojas, y de la inspectora de Policía, María del Socorro Alzáte, estuvieron allí recordando los hechos, relatando cómo es su vida después de lo ocurrido, mientras las Farc-EP escuchaban, se responsabilizaban y pedían perdón.

Aquí algunos relatos que salieron a la luz pública durante el encuentro, donde se honró la memoria de 6.839 víctimas de esta localidad.

Jairo Motta, víctima y líder espiritual.

Los guerrilleros que estaban en esta región fueron jóvenes que yo los había preparado para su comunión, uno de ellos me informó que le habían dado la orden de asesinarme, me había convertido en objetivo militar, a raíz de esto tuve que abandonar mi territorio. Mi vida se la debo a Dios y a este joven. Me fui con el dolor en el alma de dejar a mi pueblo. Al año siguiente fue la primera toma guerrillera, esa toma destruyó las ilusiones de este pueblo, desbarató nuestros sueños y tuvimos un retroceso de más de 40 años.

Nur Collazos Silva, víctima de la toma guerrillera del año 1987.

Soy una víctima más junto a mis tres hijos, luego de la toma guerrillera de 1987, que nos cambió la vida para siempre. El seis de agosto de ese año se presentó un evento de suma gravedad, el ataque a la estación de Policía por parte de las Farc-EP, esta acción se desarrolló en medio de una negociación de paz entre el Estado y esta guerrilla, ellos habían pactado un cese al fuego, que se rompió a raíz de este ataque.

Miembros del Frente 13 de las Farc-EP lanzaron dos bombas contra el puesto de policía, además hubo un incesante tiroteo de más de siete horas, dejando a un policía, dos civiles y varios guerrilleros muertos. Uno de los civiles muertos, era mi esposo, Luis Eliberto Parra León.

A nivel familiar, estos hechos significaron daños incalculables, hay afectaciones que nunca se reparan, como lo es, que mis hijos hayan crecido sin su figura paterna, sin su amor y su protección.  Esta tragedia no fue solo para mi familia, fue el acabose de una región prometedora; la guerra nos dejó como herencia la desvalorización de las tierras, desplazamientos masivos, estigmatización, miedo, zozobra, silencio y con ello la pérdida de nuestras costumbres, afectaciones psicológicas, normalización de la muerte y la denominación de ‘zona roja’, el lugar donde nadie quería venir, vivir y menos invertir.

 Javier Papamija, hijo de Alcibíades Papamija.

San Adolfo debe recordar que en los líderes tienen la posibilidad del desarrollo y el progreso, porque detrás del asesinato de un líder llega lo contrario: el subdesarrollo, el abandono.  El seis de diciembre del año 2001 mi padre se encontraba realizando sus labores cotidianas, cuando dos miembros de las Farc-EP ingresaron a la sastrería y le propinaron seis impactos de bala, callando no solo el sonido de la máquina de coser, sino que también, calló la voz de un líder comunal para San Adolfo.

Martha Facundo, hermana de Wilson Facundo, asesinado en 2003.  

La familia quedó incompleta para siempre. Y la sociedad en general perdió un deportista, un profesor, un líder social, un defensor de las causas de los más vulnerables de la sociedad, que paradójicamente fue asesinado por un grupo que decía defenderlas. Con este asesinato, el terror, el miedo, el pánico y la desolación se apoderaron de una región que, si bien vivía periodos nefastos de violencia irracional, con este hecho ahondaron en el desespero y en la irremediable condena a abordonar sus sueños y reorientar sus vidas.

Karen Alzáte, hija de la inspectora María Socorro Alzáte.

Cuando era niña me resultaba difícil entender esa confusa Colombia que me tocó vivir. Desde pequeña tuve que aprender a convivir con el miedo que producía el nombre de un grupo que abandonó sus ideales y aceptó el terror y la barbarie como práctica.

Mi madre quien era la inspectora de Policía participaba también como feligresa en la parroquia, desde donde participaba en las causas sociales que le daban la estatura de líder social. Con ella era feliz, pero todo cambió aquel 30 de octubre de 2003, un día oscuro, un día que viviría en la infamia y en la historia de este país, el día más oscuro de mi vida.

Estábamos en días electorales y mi madre solicitó la presencia de la fuerza pública para garantizar la seguridad de la jornada electoral y advirtió que le resultaría imposible asegurar el orden sin la presencia de la fuerza pública. Y así ocurrió. Estuvieron durante el fin de semana, sin embargo, al término de la jornada, el Ejército se retira y el pueblo vuelve a quedar en zozobra: existían razones fuertes para pensar que sobre San Adolfo existía una ameniza sería, sin embargo esa noche se fueron, nos abandonaron.

Ella despachaba desde su casa, esa noche llegaron unos hombres sin brillo en sus ojos, con el alma desgarrada y sucia de tanta sangre y de la destrucción que causaban. Estos hombres se llevaron a mi madre y fue cruel y vilmente asesinada por las Farc-EP, quienes nunca pudieron vencer a una mujer y sólo pudieron callarla con el fuego salvaje de sus armas.  Señores de las Farc-EP, ustedes mataron a mi mamá por cobardía, no pudieron soportar que una mujer sencilla tuviera más firmeza que las miles de balas que ustedes cargaban y usaban contra el pueblo.

Víctimas en Acevedo relatan el dolor de la guerra y buscan la paz 7 26 abril, 2024
Karen Alzáte, hija de la inspectora María Socorro Alzáte, víctima del conflicto interno armado.

Willington Quiroz, firmante del Acuerdo de Paz.

Ingresó a las filas de las Farc-EP en 1998 y perteneció al frente 15 del Bloque Sur.

“Era un momento donde la guerra estaba cruenta y desbordada  y eso conllevó a que la población civil fuera la que quedara en medio de ese conflicto y fueran los protagonistas de este cruel episodio que no debió haber ocurrido.

María del Socorro, en su función, brindaba la seguridad del territorio, pero nosotros en esa época no tuvimos la inteligencia y la reflexión de lo que ella hacía y ejercía, pues la vimos con otros ojos, por el relacionamiento que tenía con las instituciones armadas del Estado y eso conllevó a que tomáramos una determinación… que fue quitarle la vida.

En el caso de Jesús María, es muy triste y lamentable ver cómo cegamos la vida de este dirigente porque a pesar de que aspiraba a ser Alcalde, también representaba a las comunidades, ver que por culpa de la irresponsabilidad nuestra de no reunir las bases suficientes sobre estos hechos, terminamos con su vida. Las investigaciones que hicimos en cuanto a estos sucesos, son investigaciones colectivas y sabemos que en muchos casos no satisfacemos con las incidencias de demanda de verdad, pero hicimos un gran esfuerzo, aunque nosotros no estuvimos en este territorio, pero eso no quiere decir que no vayamos a seguir trabajando, el canal queda abierto para seguir buscando esas verdades y lleguemos a la plenitud”.

Nidia Arcila – la Cacica-, firmante del Acuerdo de Paz.

“En el caso del señor Facundo, reconocemos que se procedió sin los suficientes elementos, sin los criterios adecuados, frente a una acusación tan delicada y comprometedora como la de ser informante; quienes así procedieron, violaron todas nuestras normas internas, esto no justifica lo ocurrido, pero reconocemos nuestra responsabilidad, el profesor Facundo es víctima de la guerra, su muerte nunca debió haber ocurrido.

Víctimas en Acevedo relatan el dolor de la guerra y buscan la paz 8 26 abril, 2024
Nidia Arcila – la Cacica, excombatiente del Bloque Sur de la otrora guerrilla Farc-EP.

En el caso del señor Papamija, aceptamos nuestra responsabilidad colectiva de lo ocurrido entendiendo la angustia y el dolor vivido por sus familiares y allegados. Hoy entendemos el dolor que las familias han sentido durante más de 20 años de su muerte. En medio de la guerra se recibieron informes que relacionaban al señor Papamija con actividades de información a las fuerzas militares, lastimosamente no hemos podido corroborar con veracidad estos informes, los testimonios recogidos no han permitido esclarecer la verdad de lo ocurrido, porque los responsables directos de los hechos, están muertos”.