La Nación
EDITORIAL

Al límite

Insostenible. Así parece ser la crisis por la que atraviesa la cárcel del circuito judicial de Neiva, ubicada en jurisdicción del municipio de Rivera. Al hacinamiento y la falta de agua potable, se suman ahora las enfermedades que están atacando a los reclusos. El más reciente reporte de las autoridades de salud arroja 27 casos de paperas y 4 de tuberculosis al interior de ese reclusorio.

El panorama es sumamente complejo por donde se le mire. Para nadie es un secreto que el hacinamiento que enfrenta el penal de los huilenses es el reflejo de un fenómeno nacional que no ha podido ser controlado por el Estado. Aunque el Gobierno del presidente Iván Duque, a través del Ministerio de Justicia, ha anunciado todo un plan para combatir el hacinamiento en las cárceles, sus resultados aún no se ven. En el caso de Neiva, la cárcel tiene una capacidad para 933 personas y hoy, la población interna bordea las 2.000.

Todo esta problemática de hacinamiento en la cárcel de Rivera empeora con la falta de agua potable, un episodio que ha venido visibilizando la Personería de Neiva. Esta entidad se ha dedicado a mostrar lo que está ocurriendo en busca de una solución definitiva, pero sus denuncias no han tenido el eco suficiente. “Es inhumano que haya gente allá recibiendo cuatro o 6 horas diarias de agua. Ellos están limitados en su derecho a la libertad, pero no a la dignidad humana”, dijo el personero, Oscar Húber Zúñiga, en una declaración que debería generar una profunda reflexión.

Resulta inquietante que un problema que enfrenta un grupo de seres humanos no demande la rápida atención interinstitucional. ¿Qué tiene que ocurrir para que esta población sea atendida de manera integral?