Largas colas para recoger un poco de agua, ollas comunitarias en el sector del barrio Panamá, que fue uno de los más afectados, y gente sacando aún barro de las casas, es el panorama que se muestra hoy en Campoalegre, a una semana de ocurrida la avalancha.
Según la última actualización del censo de afectados, la avalancha de río Frío dejó 296 familias damnificadas en 10 barrios de Campoalegre, faltan datos de la zona rural.
La vía principal fue recuperada y el tránsito vehicular empezó a fluir con algunas restricciones por los trabajos de limpieza que realizan en el sector. Las máquinas siguen trabajando para reencauzar el río y evitar próximas inundaciones porque las lluvias siguen.
SIN UN LUGAR A DONDE IR
El mayor desespero que sienten las personas que perdieron sus viviendas es que no tienen un lugar a donde ir, pasan el día cuidando las casas llenas de barro, en la noche buscan la posada donde sus amigos y familiares que los han acogido, pero les preocupa que les anunciaron un subsidio para tres meses de arriendo y aún no se ha materializado, ayer en la reunión con los delegados del Gobierno Nacional y el director nacional de Prevención del Riesgo y Atención de Desastres, Carlos Iván Márquez, se conoció que hoy se inicia el proceso para que los beneficiarios empiecen a recibirlo.
“La casa está todavía llena de barro y no hemos podido ni siquiera entrar, no se sabe qué va a pasar con nosotros, no nos han dicho nada y somos una familia de siete personas, cuatro adultos y tres niños que no tenemos donde acomodarnos. La última orden que dieron para este sector –el del barrio Panamá- fue que se retirara la máquina que estaba limpiando la carretera y nos dejaron un charco de agua que ya produce malos olores”, expresó Cristián Gonzalo Bustos, damnificado del barrio Panamá.
CONTAMINACIÓN
Los malos olores por la madera que ya empezó a descomponerse empezaron a sentirse en Campoalegre, ahora es normal ver a la gente por las calles andando con tapabocas, este elemento se volvió un aditamento más de los campoalegrunos, la gente los usa por recomendación de las autoridades sanitarias y los están facilitando en todo el municipio.
Es normal también ver gente en moto con tapabocas y baldes haciéndole cacería a los carrotanques que reparten el agua, porque la que está llegando no es suficiente; los 25 tanques de 5.000 litros que instaló la Alcaldía en sitios estratégicos para el aprovisionamiento de los ciudadanos apenas cubre la mitad de lo que los campoalegrunos necesitan.
El agua la están llevando de Neiva y del sector de Otás, esto en cuanto a las necesidades de agua en la zona urbana, porque en la zona rural todavía no se sabe cómo se las están arreglando los campesinos para aprovisionarse de agua, lo único que está claro es que las 37 bocatomas que surtía río Neiva fueron destruidas, según informó la CAM, por lo que la entidad tomó la decisión de suspender los cobros por concesión de agua en esos acueductos.
OLLAS COMUNITARIAS
A pesar de lo difícil de la situación la solidaridad reina por todas partes, los damnificados se han organizado en grupos para preparar los alimentos en ollas comunitarias, está actividad mantiene unidas a las personas que lo perdieron todo. Los amigos les llevan comida, los campesinos han hecho presencia y les dejan elementos que gastan a diario. Algunos donan para la olla comunitaria los mercados que reciben del Gobierno, porque no tienen dónde prepararlos.
“Aquí entre todos nos ayudamos y preparamos la comida, entre todos nos conocemos porque somos los mismo de la cuadra que sepultó la avalancha en el barrio Panamá, eso nos ha mantenido unidos mientras deciden qué van a hacer con nosotros”, dijo Orfilio Torres, líder comunitario del barrio Panamá.
A los damnificados también les ha tocado formar grupos de vigilancia para cuidar las casas, porque a pesar de que están llenas de barro, los amigos de los ajeno están llegando para sacar lo que puedan, sin importarles el dolor que están padeciendo estas personas.
“Aquí en el barrio Panamá ya se han presentado dos saqueos a casas donde ni siquiera los dueños han podido entrar. Los ladrones se meten por el techo, tuvimos que organizarnos y nos turnamos para cuidar la cuadra, mientras retiran el lodo para poder entrar y mirar si es posible salvar algo”, anotó Leónidas Arévalo, a quien la avalancha le llenó la casa de lodo y no ha podido iniciar con la limpieza porque no hay forma de llegar hasta la puerta, la gruesa capa de arena y barro lo impiden.
A los afectados los ayudan en la misión de cuidar los escombros miembros de la Policía, que permanecen con ellos en las cuadras más afectadas.
COMERCIO Y SERVICIOS PÚBLICOS
Con la normalización de los servicios de gas y energía el comercio se está reactivando poco a poco, los dueños de los restaurantes están contratando carrotanques para que les suministren agua y poder funcionar.
Las panaderías y los negocios de la parte del centro de Campoalegre ayer estaban todos abiertos al público, las tradicionales ventas de jugos del parque principal también estaban en plena actividad.
El panorama en Campoalegre una semana después de la avalancha sigue siendo triste y desolador, pero los campoalegrunos en su empeño de salir adelante no se rinden ante las toneladas de barro que sepultaron sus casas y siguen luchando por una oportunidad para recuperar lo que habían construido durante toda una vida.
El agua sigue siendo escasa en Campoalegre.
Las familias se han unido y conformaron ollas comunitarias para preparar los alimentos.
A ocho días de la tragedia la gente aún sigue sacando barro de las casas.
La vía principal del municipio fue recupera y el tránsito se autorizó con algunas restricciones por los trabajos que se adelantan de remoción de escombros.