La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡Colombia eligió!

Juan David Huertas Ramos

 

El domingo 19 de junio, el país se jugó su futuro político, su democracia, su libertad y su verdadera historia. Colombia eligió presidente de la República, y de acuerdo con la portada de la Revista Semana del sábado 18 de junio, los colombianos optábamos entre un ingeniero y un exguerrillero. Muchos acusaron la publicación de poco objetiva, sin embargo, cuando la democracia está en juego no se puede ser imparcial, hay que tomar la posición que coincida con nuestra concepción ética sobre la política y la vida y, por supuesto, con nuestra visión de país.

En ese sentido, el voto en blanco, ese que alardeaba de ser una protesta no era, a mí juicio, la mejor opción. Si bien es cierto que sus efectos jurídicos eran nulos en la instancia de la segunda vuelta presidencial, todo lo que no detuviese a Gustavo Petro y a su estructura en el objetivo de tomar el poder, les favorecía.

El domingo no solo se eligió un presidente, también se escogió un modelo de país y un futuro aciago. Por supuesto, fuimos muchas las voces que advertimos sobre la amenaza que significa Petro para la institucionalidad y nuestras libertades, sin embargo, el ruido de las maquinarias y la efectividad de la propaganda y el adoctrinamiento se impusieron.

El pasado guerrillero de Petro, así muchos quieran ignorarlo, está latente. De hecho, él se debe absolutamente en lo político al M-19, de lo contrario sería un ciudadano más, carcomido de resentimiento y odio, pero sin injerencia en los asuntos públicos. Infortunadamente, la situación hoy es diferente. Una porción importante del electorado consideró que Petro tiene las credenciales suficientes para asumir la responsabilidad de dirigir el país aun cuando ni su experiencia, ni su talante, ni mucho menos sus habilidades den cuenta de ello.

Entonces, es importante advertir que cada ciudadano tuvo en sus manos la responsabilidad de definir con su derecho al voto el destino de Colombia. De seguro, muchos no estamos conformes con lo que ocurre en la esfera social, ni tampoco con lo que se reporta económicamente, ni mucho menos lo que se advierte en la esfera de la justicia, pero todo puede ser peor.

Al haber sido elegido el proyecto del Pacto Histórico, cada ciudadano asumirá, aun cuando sea de forma introspectiva, la responsabilidad de haberlo permitido o promovido. Es evidente que las naciones que han caído en manos del totalitarismo suelen pagar un altísimo costo en materia de libertad, como por ejemplo les ha ocurrido a Venezuela y Nicaragua.

También deberán asumir su responsabilidad aquellos que, ungidos de deber público de cualquier índole, decidieron apoyar a Petro a pesar de los recursos y artimañas ya develadas para la toma del poder. Por supuesto, tendrán mayor responsabilidad en la debacle esos que, a pesar de considerarse estadistas, prefirieron hincarse ante el objetivo revolucionario, bien por conveniencia, bien por idiotez.

Finalmente, Colombia ha decido su destino y, por ello, le merece totalmente.