La Cámara de Diputados del Uruguay, aprobó el uso regulado de la marihuana. Falta la votación del Senado, pero es seguro que pasará dicha iniciativa pues tiene mayoría afecta al presidente José Mujica.
Este pequeño país suramericano, históricamente ha estado a la vanguardia de los grandes cambios y avances progresistas. En el año de 1914, se aprobó la universalización de la pensión de vejez para toda persona mayor de cincuenta y cinco años; en 1917 fue el primer país latinoamericano en aprobar el voto de la mujer; en 1924 se universalizó la gratuidad de la salud; y en 1934 se aprobó la gratuidad de la educación hasta la universidad.
Con razón el presidente Mujica manifestó recientemente en una entrevista para la televisión española, que su país fue el que exportó a Europa los ideales de la social-democracia. En lo que va corrido de su gobierno, Mujica logró que el parlamento aprobara el aborto regulado y el matrimonio de parejas homosexuales. Es un pionero en materia de reformas progresistas, sociales y humanas.
Ahora, será la primera nación latinoamericana en despenalizar el uso de la marihuana, o cannabis. Es bueno recordar que 12 estados de los Estados Unidos, han despenalizado el uso de este alucinógeno, algunos de ellos con fines terapéuticos, y Bélgica, Holanda, Suiza y Suecia, en Europa, hace muchos años despenalizaron su consumo.
La marihuana es originaria del Asia central y del sur, y en nuestra cultura occidental es conocida como uno de los más poderosos alucinógenos. No obstante, en algunas regiones de China, India y Nepal, se utiliza con fines religiosos, siendo los sumos sacerdotes de estos ritos quienes la fuman para pronosticar acontecimientos pasados, presentes y futuros.
En algunos lugares del mundo es utilizada con fines medicinales, pero la ciencia médica no ha descubierto las substancias útiles, ni las patologías para las cuales se podría aplicar. El resto de consumidores lo hacen para satisfacer necesidades de ansiedad y son catalogados como enfermos psicosomáticos.
Como en nuestras naciones su consumo obedece a problemas emocionales, sociales y de salud, me parece lo más obvio despenalizar su consumo y tratar a los adictos mediante programas sanitarios. No se puede seguir pensando que una droga utilizada con fines de mitigar problemas mentales en el ser humano, se siga combatiendo mediante la represión y penalización. Tampoco podemos estigmatizar un fármaco que no causa mortalidad a sus consumidores, como sí lo hace el consumo de alcohol y tabaco, siendo estos legales. El ser humano está expuesto a padecer muchísimas adicciones y mientras exista, nadie las podrá combatir.