La Nación
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Constituyente para la paz

En un pequeño poblado de La Guajira, el Presidente de la República, le puso conejo a los acuerdos de La Habana. Luego de ordenar el repliegue de la fuerza pública de la población,  autorizar el traslado de las Farc por la Cruz Roja y su presencia armada en la manifestación política, se hizo el brabucón. Haciendo tonto, como decimos en opitolandia. Lo grave: No creemos en el presidente. Menos aún el grupo guerrillero, que desoyó la fingida orden de retornar a la mesa, como si fuera su jefe. Lo que hoy es sí, mañana es no para el presidente. Lanzado De La Calle como candidato presidencial, se enreda más este laberinto de indecisiones y contradicciones. No funcionó el referéndum; el plebiscito tambalea y los acuerdos no se firmarán el 23 de Marzo.  La presencia de Samper en las negociaciones, enrarece el proceso, por aquello del narcotráfico y la pesadísima carga de la muerte de Gómez Hurtado, que lleva como lo dijo del elefante: a sus espaldas. Las Farc, tienen la sartén por el mango, y se abre paso la constituyente. Primero, porque la propone el grupo guerrillero y segundo, porque Santos se opone a ella. Constituyente llamada a romper el espinazo de las desigualdades y la corrupción. A la reforma rural integral, se sumarían la eliminación de los monopolios y la redistribución de la riqueza, como causas generadoras de violencia. Van a repicar sonoros en el oído de los colombianos, cambios constitucionales como estos : disminución del omnímodo poder presidencial; reducción del congreso a 100 miembros; disminución de las pensiones gigantescas a 20 salarios mínimos y redistribución de su diferencia entre las más pequeñas; pensión obligatoria para la tercera edad; seguro obligatorio de desempleo; prestación de la salud como servicio y no como negocio; rebaja de los altísimos salarios de congresistas, magistrados gerentes etc y su nivelación con los más bajos; intervención y eliminación de algunas de las altas cortes hoy niveladas en corrupción con el Consejo de la Judicatura; elección popular del procurador; contraloría en manos del segundo partido en votación; freno a la explotación de los bancos etc. Más allá de los acuerdos de La Habana,  Colombia buscaría la paz en la constituyente. Paz, para los niños de la Guajira, cuya muerte por desnutrición hubieran podido evitar las almendras millonarias del Palacio de Nariño, sobrantes al paladar de un presidente vanidoso y folclórico. Paz, para que la metralla no interrumpa el sueño de los gorriones en sus humildes almohadones de pajas secas.