La Nación
De bachiller a senador 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

De bachiller a senador

La reforma política propuesta por el gobierno contiene cambios importantes que están siendo defendidos con ardentía por los sectores parlamentarios adscritos al gobierno. Son sustanciales los unos y para afianzamiento de las nuevas fuerzas en el poder, los otros, corriéndose el riesgo de perder coherencia en la integralidad de la reforma en sí, por la necesidad perentoria de introducir normas que satisfagan a sectores específicos de la causa, los que, en últimas, parecieran sin cabida en este cuatrenio.

Es palpable el caso de los jóvenes como fuerza fundamental que fueron en la conquista del poder para partidos y movimientos de izquierda; los jóvenes son, por regla general, de tendencia al extremismo, pero no adscritos a congregaciones por el simple hecho de su naturaleza rebelde. Históricamente han sido usados para denotar protestas sociales sin contraprestación alguna.

Ahora, para sacudírselos en sus exigencias de participación política, son expuestos en la palestra pública a su mínima edad, 18 años, apenas emergiendo a las mieles de la juventud, otorgándoles una cierta respetabilidad porque apenas con un día menos les vendían a la opinión pública como niños por no haber alcanzado aún la mayoría de edad, buscando producir mayor impacto en el sentimiento popular ante cualquier hecho o situación que los afectare.

Asombra la propuesta de ‘reconocerles el derecho’ a ser elegidos congresistas desde los 18 años de edad, cuando también se proponen las listas cerradas y el veto a ser parlamentario por más de dos períodos, amén de las inmensas responsabilidades que contrae la investidura. Es improbable que un partido político serio incluya en sus listas a cámara y senado, con posibilidad de ser elegidos, muchachos que escasamente han culminado su bachillerato sin haber tenido tiempo ni espacio para pertenecer formalmente a esa congregación. Es absolutamente excepcional encontrar un bachiller promedio con criterio suficiente para evaluar una postura política que le permita juiciosamente decidir su propia orientación. Resulta perverso mutilar en un muchacho su perspectiva de formación académica y profesional lanzándole al trabajo político remunerado, ¡y vaya con qué sueldo y prebendas¡, sin ocasión de prepararse para ello u otra disciplina, máxime con la exigencia moral y ética que implica ser ‘padre de la patria’.

Es imposible imaginar lo que significaría en la psiquis de un joven, el brinco de miembro del consejo estudiantil del colegio al escaño de representante a la cámara o del senado.