La Nación
Democratizar las universidades públicas (Parte II) 1 29 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Democratizar las universidades públicas (Parte II)

En la columna pasada expresé algunas consideraciones sobre el proceso de designación de rector en la Universidad Nacional. Dije que a pesar de que la comunidad académica había preferido al profesor Leopoldo Múnera en la consulta, el Consejo Superior Universitario (CSU) designó a Ismael Peña que hace parte de un sector que ha administrado el claustro desde la bendición de Marco Palacios. Las disputas por presupuestos, influencias y estatus hacen que grupos cerrados quieran afincarse en el poder de las universidades públicas; la inercia se impone y las acreditaciones del ministerio de Educación resaltan sobre la necesidad de emprender transformaciones pertinentes al presente de los territorios.

El proceso de designación del rector es sintomático. El voto secreto de los integrantes del CSU es contradictorio con el espíritu de lo público que debe ser abierto y claro. Quedó un manto de dudas sobre los votos de los consejeros, no explicaron claramente sus determinaciones y tampoco ha quedado claro por qué se cambió el mecanismo en el último momento. El comportamiento de ese órgano colegiado representa la forma en la que se toman determinaciones sobre el rumbo de las academias: a puerta cerrada, por pequeños círculos y sin consultar a la comunidad. Reina el prejuicio que reza que la democracia es desgastante y hace que las instituciones sean paquidérmicas. Impera el quehacer ejecutivo, las reuniones rápidas para no perder el tiempo en disertaciones que se consideran inútiles. Se cree que pensar y deliberar está en contra del rendimiento y de la venta de servicios a la que se ve avocada la educación superior por décadas de desfinanciación y políticas neoliberales. ¿Y cuál es el resultado de todo esto? Un sistema educativo retrogrado y de baja calidad. Ciudadanos con deficiencias en las competencias más básicas como la lectura y la escritura. Ya Salomón Kalmanovitz observaba que uno de los problemas del Estado en Colombia es que los funcionarios tienen bajos niveles de lectoescritura.

El nivel de democracia es directamente proporcional a la calidad académica y científica. Crear mecanismos de participación no solo con quienes hacen parte de la comunidad universitaria, sino con el conjunto de la sociedad es importante para el avance del conocimiento. Es necesario abrir las discusiones sobre el rumbo de la universidad en Colombia. Cuando las autoridades ponen en juego sus perspectivas no están desnudando su debilidad, están mostrando su inteligencia y su voluntad para avanzar en pertinencia y en calidad. El nivel de democracia es también proporcional a la inteligencia administrativa.