La Nación
COLUMNISTAS

Derecho a la ciudad y postconflicto (v)

Una de las notables características de la vida contemporánea es la de tener que convivir con la explosiva urbanización de la vida rural.

El 73% de los casi 500 millones de habitantes de América Latina vive en ciudades, más de 330 lo hacen en la informalidad (66%), más de 167 en condiciones de pobreza (33%);  las ciudades crecen y crecen sin control al ritmo voraz de los mercados. Constituye la nueva realidad post-capitalista, paradójicamente.

Es cierto, la tendencia indica que en 50 años adelante las reglamentaciones  y normatividad sobre usos del suelo urbano y territorio (POT) se unificarán. Esto acentuará el postconflicto porque actualmente los territorios están siendo ocupados por mega proyectos minero-energéticos y otras explotaciones intensivas (Huila, es buen ejemplo).

El “derecho a la ciudad” está siendo reemplazado por el “derecho y la capacidad” que se tenga de domeñar el territorio. El agro es ocupado y adaptado por formas urbanas, esto incluye prácticas mercantiles y habitacionales, infraestructuras de ultima generación, formas de organización comunitaria y empresarial impredecibles, la inseguridad y la percepción sobre la vida y la muerte se unifica, todo cambia (ya lo estamos viendo en el tratamiento estético de cementerios, fosas comunes y otros procedimientos utilizados  para sanear desechos humanos y urbanos): la noción de “espacio público” sencillamente se está perdiendo.  

Hipótesis concluyente: Los tratamientos de aguas y residuos de basura y contaminantes, que se proponen hoy, fracasan por no tener claridad respecto a la vida futura, tendencias tecnológicas e impactos del calentamiento global/local, en la vida urbana/humana.

¿Qué implicaciones tiene esto para el desarrollo sostenible de ciudades como Neiva? Pareciera que a los organismos de control político, control urbano, y curadurías, les importa “un pito”. Un “pito” que no trina… (Bis).