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COLUMNISTAS

El cumpleaños de Jesús

La navidad no es otra cosa que el cumpleaños de Jesús. Los cristianos no adoramos fenómenos atmosféricos que se manifiestan en el planeta Tierra, por su movimiento de rotación o traslación frente al centro de nuestra galaxia, la vía Láctea o sistema solar, o; también por el movimiento de la luna frente al Sol y a la Tierra. El natalicio de Jesucristo es un hecho histórico, narrado por los libros santos de la Biblia y vivido por nosotros los creyentes, como un acontecimiento único que marcó el centro de la historia de la humanidad.

Del dies natalis solis invicti para los romanos, al dies natalis Dominus para los cristianos. Del día del sol naciente victorioso en el solsticio de invierno (el día más corto y la noche más larga del año); al día del Nacimiento de Cristo, quien nos da la vida. Es la Iglesia Católica la que establece el 25 de diciembre como EL DÍA DEL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS, REDENTOR DEL MUNDO. Todo nacimiento genera regocijo y así el nacimiento del Dios humanado causa una serie de expresiones de felicidad y de paz. Buena parte del Antiguo Testamento y de modo especial los libros proféticos, particularmente los profetas Isaías y Miqueas, son prolíferos en anunciar el advenimiento del Salvador del mundo. El anhelado DÍA, es esperado por los justos que padecen la injusticia de los hombres sin Dios. Sólo ese Mesías o Salvador, es verdaderamente el LIBERADOR. No será un libertador que bajo la bandera de la lucha de clases, del odio y de la venganza, llegue al poder. No hay peor verdugo que aquél que ha sido esclavo. Cristo, EL LIBRE, nos viene a liberar de la raíz de la esclavitud, el pecado. Su cetro es la justicia; su corona, el servicio lleno de amor. ¡Qué distinto a los liberadores humanos! Cuántos al llegar al poder, toman las más crueles venganzas y retaliaciones. Líbranos Señor de los resentidos sociales. Sus decisiones están movidas por la pasión y el odio. Los grandes tiranos se erigen como dioses de los demás. El hombre cuando se convierte en dios, se vuelve el más sanguinario de la especie humana. ¿Acaso un espécimen de estos se podrá llamar hombre?

Habrá navidad en donde papá y mamá se unan con sus hijos para agradecer a Dios el don de la vida y de la familia. Habrá navidad, cuando nos acordemos de los indefensos y les llevemos el regalo de nuestro amor. Visitemos a los huérfanos y desvalidos, para sentir la alegría de la navidad. Recitemos la novena en el seno de la familia, para sentir el gozo y el calor de los nuestros. Acudamos, también, a darles calor, a quienes tienen el frío de la soledad, de la ancianidad abandonada, de la enfermedad sin compañía. Sólo así, nacerá el Niño Dios en nuestros corazones. Aunque el Niño Jesús haya nacido en Belén, si no nace en su corazón, todo habrá sido en vano. Mientras no desarmemos los corazones, no habrá navidad. Mientras no haya justicia social, no habrá navidad. No olvidemos que el cumpleaños es de Jesús y Él debe ser el centro de nuestras festividades. No digamos felices fiestas, ¡noooh! Digamos con la alegría de nuestras creencias: ¡FELIZ NAVIDAD!
+Obispo de Neiva