La historia suele repetirse de manera trágica o en comedia, y las marchas lo vienen reflejando; sin desconocer que la ciudadanía ejerce un derecho constitucional y legitiman una orientación política. La polarización no es nada nuevo, solo van marcando el camino de las próximas elecciones presidenciales.
El mito del eterno retorno consiste en aceptar que todo lo que ocurre en el pasado, presente y futuro se repetirá de manera constante. Y eso le ocurrió al presidente Petro, que el 29 de abril del 2021 escribía en su cuenta de X: “Duque escuche. Un gobernante debe siempre escuchar y corregir si es necesario…”, frente a las manifestaciones de aquel entonces, y el 21 de abril subió un video que decía “la clase dominante” del recordado Jaime Garzón, en tono de burla a quienes marchaban. Toda una contradicción.
Ahora el gobierno tiene todas sus baterías puestas en la marcha del primero de mayo, para demostrar que las calles siguen siendo de izquierda; lo cual deja entrever un panorama político concentrado en recuperar el estado de opinión que llevó al poder un sentimiento de cambio, mientras las reformas siguen estancadas en el Congreso y la ejecución presupuestal aún está en espera, como lo informó la Contraloría con un 9,1%, siendo el más bajo en los últimos tres años.
Hay que escuchar al constituyente primario que es el pueblo, pero ¿a cuál ciudadano escuchará el Presidente?, ¿el que tiene una afinidad ideológica con el gobierno?, ¿el que quiere el regreso de los gobiernos de derecha?, o ¿el que no tiene color político, pero siente que no va bien el país? En mi concepto deberían ser todos, y más aún en una coyuntura de violencia, el eterno problema de todos los gobiernos.
Finalmente, desde centralistas y federalistas; conservadores y liberales; Petro y Uribe; y ahora izquierda y derecha, el país siempre ha estado dividido, la cuestión radica en que, si los dirigentes encausan sus esfuerzos en ganar las próximas elecciones y no en gobernar, estar perjudicados será lo único que tendremos en común.