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El Huila no puede detenerse,ALEXANDER MOLINA GUZMÁN

Es un hecho la dejación del cargo de la mandataria del Huila Cielo González Villa, por la inhabilidad que ya todos conocemos. A lo hecho pecho.

Es un hecho la dejación del cargo de la mandataria del Huila Cielo González Villa, por la inhabilidad que ya todos conocemos. A lo hecho pecho. Y por supuesto, ella está en todo el derecho de interponer los recursos que la misma ley le pueda otorgar para este caso. Claro, esta situación ha generado incertidumbre en la región por lo que pueda pasar con los avances y compromisos relacionados con el plan de desarrollo que en su momento la Gobernadora presentó y que fue aprobado por la misma duma departamental. Sin embargo, en esta materia no puede haber parálisis. El plan de desarrollo departamental ya le pertenece a los huilenses pues fue respaldado por diferentes sectores de la sociedad y legitimado, valga la redundancia, con la aprobación que dio la Asamblea Departamental. En esto no puede haber equivocación. El gobernador encargado que eventualmente puede nombrar el Presidente de la República debe continuar con las políticas trazadas en ese plan, mientras que por medio de nuevas elecciones se elige a un nuevo gobernador. Le corresponde a los nuevos candidatos a la gobernación decidir si presentan un nuevo plan de desarrollo o toman lo mejor que tiene el plan actual o lo mejoran, en su conjunto, sustancialmente. Y considero, con todo el respeto, que lo más conveniente y consecuente no es hacer borrón y cuenta nueva; en esto radica, la grandeza del nuevo gobernador o nueva gobernadora. Estructurar un nuevo plan de desarrollo tendría unas dinámicas complicadas, sumadas al menor tiempo que tendría el nuevo mandatario para cumplirlo.
Como punto aparte, hay que precisar que los que deben hacer un alto en el camino son otros. Es la clase política tradicional la que debe repensar su quehacer político. Porque, deben aceptarlo, su liderazgo está cuestionado: Varios mandatarios locales ya habían sido sancionados, además de concejales y altos funcionarios públicos y ahora, en ese rosario de sanciones, la inhabilidad de la actual gobernadora es la cuenta más diciente de ese cuestionamiento. Sumémosle a esto, por ejemplo, esa estela de pequeñas, medianas y grandes obras que se emprendieron y han quedado inconclusas en municipios como Aipe, Rivera, Palermo, Colombia, Gigante, Teruel, Tello… Es decir, equivocados manejos administrativos, despilfarro de recursos y desviación de los mismos han hecho que la clase política tradicional pase más pena que gloria. Y una gran pena es esta: En el Huila el índice de pobreza está por encima del 50% y el de pobreza extrema anda por el 30%. ¿Por qué la clase política tradicional no ha sido capaz de reducir estos índices si ha tenido el poder por décadas? El Huila no puede detenerse. Los que deben detenerse son otros.

Es un hecho la dejación del cargo de la mandataria del Huila Cielo González Villa, por la inhabilidad que ya todos conocemos. A lo hecho pecho. Y por supuesto, ella está en todo el derecho de interponer los recursos que la misma ley le pueda otorgar para este caso. Claro, esta situación ha generado incertidumbre en la región por lo que pueda pasar con los avances y compromisos relacionados con el plan de desarrollo que en su momento la Gobernadora presentó y que fue aprobado por la misma duma departamental. Sin embargo, en esta materia no puede haber parálisis. El plan de desarrollo departamental ya le pertenece a los huilenses pues fue respaldado por diferentes sectores de la sociedad y legitimado, valga la redundancia, con la aprobación que dio la Asamblea Departamental. En esto no puede haber equivocación. El gobernador encargado que eventualmente puede nombrar el Presidente de la República debe continuar con las políticas trazadas en ese plan, mientras que por medio de nuevas elecciones se elige a un nuevo gobernador. Le corresponde a los nuevos candidatos a la gobernación decidir si presentan un nuevo plan de desarrollo o toman lo mejor que tiene el plan actual o lo mejoran, en su conjunto, sustancialmente. Y considero, con todo el respeto, que lo más conveniente y consecuente no es hacer borrón y cuenta nueva; en esto radica, la grandeza del nuevo gobernador o nueva gobernadora. Estructurar un nuevo plan de desarrollo tendría unas dinámicas complicadas, sumadas al menor tiempo que tendría el nuevo mandatario para cumplirlo. Como punto aparte, hay que precisar que los que deben hacer un alto en el camino son otros. Es la clase política tradicional la que debe repensar su quehacer político. Porque, deben aceptarlo, su liderazgo está cuestionado: Varios mandatarios locales ya habían sido sancionados, además de concejales y altos funcionarios públicos y ahora, en ese rosario de sanciones, la inhabilidad de la actual gobernadora es la cuenta más diciente de ese cuestionamiento. Sumémosle a esto, por ejemplo, esa estela de pequeñas, medianas y grandes obras que se emprendieron y han quedado inconclusas en municipios como Aipe, Rivera, Palermo, Colombia, Gigante, Teruel, Tello… Es decir, equivocados manejos administrativos, despilfarro de recursos y desviación de los mismos han hecho que la clase política tradicional pase más pena que gloria. Y una gran pena es esta: En el Huila el índice de pobreza está por encima del 50% y el de pobreza extrema anda por el 30%. ¿Por qué la clase política tradicional no ha sido capaz de reducir estos índices si ha tenido el poder por décadas? El Huila no puede detenerse. Los que deben detenerse son otros.