La Nación
COLUMNISTAS

El mercado de la fe

Jesucristo, nuestro Maestro  ha enseñado a sus seguidores que la manera de anunciarlo es fundamentalmente por el testimonio de vida. Los argumentos racionales y especulativos, sin rechazarlos, no son la prioridad. El Evangelio llega a la gente por atracción, no por proselitismo. La mejor publicidad de un producto es su calidad. La calidad se impone. Los clientes tienen la capacidad de elegir por las bondades del producto más que por la publicidad que se haga del mismo.

A Cristo lo han convertido muchos grupos en un “excelente” producto comercial. ¡Qué utilidades que les da a algunos! Si usted quiere hacer dinero rápido, hay muchas maneras. Una de ellas es abrir un salón, predicar fuerte, vender aguas, pócimas, imponer manos, dar testimonios de curaciones, cantar esquizofrénicamente y obtiene óptimos resultados. Envenene a sus prosélitos contra la Iglesia Católica, aprovechando la lamentable ignorancia religiosa de los cristianos católicos y, entonces, va a llenar sus lugares de culto. ¡Qué tristeza! “Enseñar” a Cristo, odiando a los hermanos. Hay familias que han quedado divididas y si llega el tema religioso a la mesa de las comidas, se daña la digestión, rompiendo todos los lazos de consanguinidad o de amistad. Es desastroso, por decir lo menos, que el nombre de Jesús se emplee para dividir. Los primeros cristianos, nos enseñan, siguiendo el Evangelio, que viviendo la Palabra, llegan nuevos miembros a la Iglesia. Jesús nos dijo que los demás nos conocerán como sus seguidores  si de verdad nos amamos.

Gracias a Dios hay confesiones cristianas serias que enseñan y forman a su membresía, centrados en la Palabra de Dios e inculcando un enorme respeto por las demás confesiones religiosas. Creo que si hay respeto, todos podemos caber en este país. Qué lindo que a pesar de las diferencias religiosas, nos amemos, pues el amor es el principal y casi único mandamiento de Jesús. Un anuncio de Jesús que no se traduzca en una conducta honesta, es una tergiversación del Evangelio. Las desfiguraciones de la Palabra de Dios, han vuelto a algunas personas ateas y agnósticas. Contra hechos no hay argumentos que valgan. Si de verdad seguimos a Jesús, la trasparencia e integridad de nuestras vidas, es la mejor vitrina para atraer a los indiferentes. El proselitismo religioso es un irrespeto a la libre decisión del otro. Hay gente que vive vendiendo a Jesús, a través de revistas, gritos estentóreos en los parques, cantos esquizofrénicos a altas horas de la noche, perturbando la paz de los vecinos. A Jesús lo anunciamos por atracción, no por proselitismo. Si creemos de alguna manera en Jesús, ¿para qué nos llevan afiches, boletines, volantes, para mostrarnos una visión parcial, muchas veces visceral, de nuestro único Salvador? Déjenos en paz. Muestre a Jesús en su vida, no lo demuestre con sus argumentos cargados de pasión y de fanatismo. Las Iglesias Protestantes que nacieron en el siglo XVI -por múltiples razones-, ya ha superado el fanatismo. Son Iglesias serias. Quiera Dios que un día nos unamos.