La Nación
El regreso de Ingrid Betancourt al Caguán 2 10 mayo, 2024
INVESTIGACIÓN

El regreso de Ingrid Betancourt al Caguán

LA NACIÓN reproduce de nuevo este reportaje que fue merecedor el fin de semana pasado del Premio de Periodismo ‘Diosa del Chairá’ en Florencia, Caquetá. Esta nota periodística, elaborada por la periodista Wendy Barrios Gasca, fue publicada originalmente el 27 de febrero de 2022.

 

 

Habían pasado 20 años desde que Ingrid Betancourt pisó estas tierras. Fue el 23 de febrero de 2002 cuando comenzó el más doloroso capítulo de su vida: fue secuestrada por la guerrilla de las Farc y permaneció más de 6 años en cautiverio. Su ansiedad, inquietud y nerviosismo el 23 de febrero de 2022 lo decían todo: de nuevo estaba en el Caquetá, y mientras expresaba como candidata a la Presidencia de la República que liberaría al país de la opresión de los violentos y la corrupción, ella hacía su propia liberación interior de los fantasmas que la acompañaron por años.

El sol era sofocante y pesaba en su cabeza, le pasaba factura a su delgada figura que ya muestra el trajinar de sus 60 años de edad, pero ella estaba firme en el horario que coincidía con el de hace dos décadas; el propósito era regresar, a mediodía, al lugar donde perdió la libertad y, con ella, gran parte de su vida. Ingrid realizó las mismas actividades del día en que la secuestraron, llegó al aeropuerto ‘Gustavo Artunduaga Paredes’ de Florencia, entregó declaraciones a la prensa y partió en una caravana hacia San Vicente del Caguán, dijo sentirse en retrospectiva, pues el aeródromo caqueteño era, en esencia, el mismo; a sus ojos el progreso no ha llegado al departamento.

“Este es un momento muy importante para mí, pero también para todos los colombianos, aquí estamos demostrando que cuando estamos unidos y tenemos el respaldo de nuestra fuerza pública, tenemos protección, no vamos a permitir que nos secuestre ni la guerrilla, ni los paramilitares, este es nuestro país, no vamos a dejar que nos lo arrebaten, no vamos a dejar que nos impongan las condiciones; si yo hubiera tenido este acompañamiento y seguridad, hace 20 años, a mí no me secuestran”, expresó, al tiempo que aclaraba que, en su momento, nadie le advirtió el riesgo que corría y que esa referencia fue un sofisma de distracción para la opinión pública.

El regreso de Ingrid Betancourt al Caguán 8 10 mayo, 2024

Reencuentro

Una vez en carretera, tuvo tiempo para pensar. La primera parada fue en el batallón ‘Liborio Mejía’, a escasos 10 minutos de la capital, saludó a los soldados apostados en el lugar y se reunió con Jhon Frank Pinchao, uno de los pocos secuestrados que logró fugarse de los campos de concentración de las Farc. Allí mostró su irrestricto respaldo a los militares y honró a los policías que le garantizaban su seguridad en este nuevo recorrido.

Pinchao precisó que la visita era un mensaje para todos los colombianos de que a pesar de las cosas malas que existen en el país, siempre hay una esperanza para salir adelante. “Hoy estuvimos a muy pocos kilómetros de donde nos construyeron jaulas de púas y nos mantuvieron secuestrados por muchos años, nos encadenaban entre dos y éramos como siameses, debíamos hacer todo juntos, ir al baño, comer, fue una deshumanización total, en la que se vio toda la crueldad del ser humano a través de la guerrilla, pero queremos decirle al país que estamos firmes y que necesitamos unir esfuerzos”.

Liberación del miedo

La marcha continuó hacia La Montañita y 20 minutos después Ingrid Betancourt estaba en el Líbano, una zona rural cercana a El Paujil, con acceso directo al sector de la Unión Peneya, — la misma carretera en donde hace apenas semanas fue atacada una caravana del Gobernador del Caquetá y en la que perdieron la vida dos uniformados–. En esa época hombres del frente 15 de las Farc la retuvieron con otras cinco personas y la condujeron a la Zona de Distención*. Ella se mostró fuerte, pero tenía un nudo en la garganta que quedó en evidencia por su voz entrecortada.

Al descender del vehículo, hizo un recorrido total por la zona, fijó su mirada hacia los lugares donde recordaba haber estado, señalando firme por donde salió la guerrilla y haciendo énfasis en los recuerdos más dolorosos: un hombre herido por una mina antipersona, una mujer llorando porque le quemaron su moto, un bus ardiendo en llamas y una incertidumbre absoluta.

“Nosotros cruzamos por debajo del puente, había un jeep de la Cruz Roja y vi a lo lejos un grupo de uniformados que llevaban botas de caucho, y supe que era guerrilla, fue entonces cuando le di la orden al conductor de devolverse, pero al momento de hacer la maniobra de retorno llegaron los guerrilleros, nos cercaron con las armas y nos hicieron bajar las ventanillas, cuando preguntaron quiénes estábamos en el vehículo respondí: soy yo, Ingrid Betancourt”.

“Luego hablaron por radio, además de la tensión del momento hubo algo más impactante para la comitiva, una de las personas que se acercó al vehículo activó una mina antipersona y voló en pedazos, la bota cayó a metros, quedamos todos lavados en sangre, con pedazos de carne, el herido empezó a gritar y a gritar y nos hicieron mover el auto y fue en ese momento que nos dijeron meta el carro por esta carretera y comenzó el secuestro”, recordó Betancourt.

Dijo sentirse con el estómago revuelto, pero al mismo tiempo con mucha fuerza y confianza en el país, hacer este recorrido era, para ella, un logro, una segunda liberación: “la liberación del miedo”.

Catarsis

Fueron pocos los minutos que permaneció sobre la carretera, pues hoy es una vía nacional llamada Marginal de la Selva que comunica al norte del Caquetá con el centro y el interior del país y era imposible cerrarla, sin embargo, para ella, fueron valiosos instantes en su proceso de eliminar todos los malos recuerdos que alteraran su espíritu. “Puedo decir que me siento empoderada, me siento tranquila, amada por Colombia, protegida por la Policía y el Ejército, tengo un sentimiento de gratitud a Dios por darme la oportunidad de servirles a todos”, dijo.

Y agregó: “Ya no siento rabia, tengo la sensación de que la valentía que tenemos todos los colombianos para enfrentar lo que nos ha sucedido en la vida, es la cuota inicial para salir de los problemas que tenemos, si no perdemos la fe, si no perdemos la esperanza, si estamos unidos, si tenemos el respaldo de la fuerza pública lo vamos a lograr, quiero decirle a Colombia que lo vamos a lograr, nos vamos a liberar de este secuestro nacional, de la violencia, de estos armados que nos quieren imponer las condiciones, aquí lo logramos y así vamos a liberar a Colombia”.

Otro que hizo un proceso de catarsis fue Mauricio Mesa quien fue secuestrado con Íngrid, siendo su camarógrafo de campaña, aseguró que recuerda todos y cada uno de los momentos y que recorrer sus pasos era algo “irreal”. “El sentimiento no sé cómo describirlo, fueron muchas cosas las que pasaron ese día y volver a este sitio, en las mismas circunstancias, como camarógrafo y en la campaña de Íngrid Betancourt, pero había que vivirlo para sacarse un poco de ese estigma y esos malos pensamientos que lo embargan a uno por esos recursos”, precisó.

Finalmente, Ingrid recuperó su libertad en la Operación Jaque, no en vano llegó al lugar José Luis Esparza, exmilitar, y quien comandó la tarea de liberar a 15 secuestrados, incluida la candidata presidencial. Para él, su presencia era necesaria en la recuperación de la confianza de Ingrid, por eso aceptó la invitación, “porque el efecto que causó en ella este difícil momento generó en las fuerzas militares lo que posteriormente se convirtió en la Operación Jaque, y este evento tiene el sentido de recordar cómo el frente 15, específicamente, secuestró a Ingrid y hoy muchos tenemos procesos por haber puesto nuestra vida en riesgo por ellos, la catarsis es para todos los involucrados”, dijo, mientras se llevaba las manos al rostro para intentar protegerse del sol canicular que acompañó toda la maratónica jornada.

Una impresionante escolta integrada por policías y tropas del Ejército provistos de armas largas y hasta de escudos antibalas acompañó a la hoy candidata presidencial de principio a fin. Después de más de seis horas, ella retornó a la capital del país, con la convicción de haber dejado atrás cualquier rabia en el corazón que le ocasionó la crueldad de la guerra.

*Así se le denominaba a  la zona despejada de San Vicente del Caguán que fue un área otorgada por el gobierno del presidente Andrés Pastrana mediante Resolución 085 del 14 de octubre de 1998, para adelantar un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, Farc-Ep, y acabar con el conflicto armado colombiano.