La Nación
COLUMNISTAS

ENCRUCIJADA NACIONAL

Unas pocas naciones, se desarrollan técnica e industrialmente, mientras la mayoría permanecen estancadas o empeoran. La causa radica  en el ejercicio y uso  del poder.
Caos institucional, corrupción desbordada, politiquería, clientelismo, son los factores que obstruyen e impiden el progreso de las naciones, las regiones y los pueblos. Son lacras del poder, que las organizaciones políticas dominantes, de cualquier forma las soslayan y explotan mediante  populismo vergonzante.

El populismo logra  disfrazar el interés real de las élites, con planteamientos, promesas y hasta   con medidas de gobierno de apariencia democráticas. Así logra  confundir  al ciudadano común, para mantener aceptación popular y continuar cosechando votos.

La estructura y objetivos  del poder populista, no están dirigidos a mejorar las  condiciones socio-económica y políticas de las mayorías, sino a preservar el poder político y económico de sus seculares usufructuarios.

El populismo hace de la politiquería, el clientelismo y la corrupción, instrumentos de  manejo y preservación del poder.     

Es característica singular de los gobiernos colombianos, a nivel nacional, regional y local.

El presidente Santos, iniciando su primer periodo, expresó que en lo público, donde se ponía el dedo salía pus. Sabe,  entonces, cómo está de corrompida la administración pública. Pero nada ha hecho para curar semejante epizootia.

Según lo expresado y el desempeño del poder, el presidente Santos,  es consciente que la corrupción es el soporte del poder político y económico.

La institucionalidad, que  soporta el populismo, no garantiza el imperio de la ley. Los hechos lo demuestran. Los intérpretes y responsables de la aplicación de ley, no la cumplen o interpretan a su manera, pero nada pasa. Generalmente son cuota de alguien.  

Los órganos de control y administración de justicia, por el sistema de elección o designación, son apéndices del poder político. Están  integrados por cuotas de la politiquería en el poder.  Por eso los resultados son, el caos institucional, anarquía del poder y frustración y negación del desarrollo integral nacional.

Generalmente el populismo hace del presupuesto público una piñata de subsidios, de asignaciones, de cuotas y aportes,   exenciones y deducciones, conque entusiasman al desprevenido y desinformado ciudadano, mientras el régimen cosecha votos y mantiene el poder.

Fiscalmente Colombia está en crisis. El presupuesto de cada año está más desfinanciado. Ya no hay que vender. Todo está privatizado, hasta las carreteras troncales. Para maniobrar con el presupuesto, solo le queda el endeudamiento externo e interno.

El endeudamiento de la nación es diabólico. Presagia inviabilidad y colapso fiscal. En 2.002, la deuda externa era de U$36.000 millones de dólares. A la fecha se aproxima a los U$100.000 millones. El endeudamiento interno (sistema financiero nacional), es casi el doble del externo. El resultado: los impuestos que paguen los colombianos en 2.015, casi el 50% de los ingresos corrientes (los reales) están destinados para pagar  intereses y amortización de la deuda pública ($48 billones del presupuesto del 2.015).  Pero además, del endeudamiento interno y externo, debe responder por la deuda contingente (pensiones,  salud, educación, rezago de  infraestructura, vigencias futuras y los consabidos billones  con que se mantiene la corrupción. Según  algunas investigaciones, la corrupción se engulle más de $20 billones por año). Deuda externa, más interna, más  contingente, supera los $390 billones. Y no hay perspectiva de solución.
 
Da la sensación que el gobierno de turno, está convencido de la efectividad de  los dividendos que da el populismo.

Además del festín de mermelada,  se  dedica a construir y regalar viviendas. Primero 100.000 casas gratis, para preparar la pista a la presidencia de Santos – Vargas Lleras 2.014-2.018 (con costo superior a $4.0 billones). Y   ahora, ofrece  otras 400.000 viviendas, que costarán al presupuesto nacional, más de $20 billones, para ampliar la autopista a la presidencia del 2.018. Además, cuelgan más de $4.5 billones anuales, para las afrentosas limosnas  de Familias en Acción, etc., etc. Todo quiere subsidiarlo, sin advertir de dónde saldrá el billete.

Se abre el boquete de vigencias futuras para  vías 4G, con Alianzas Público-Privadas, hasta privatizar toda la red vial nacional, de primer orden, a cargo de INVIAS.   Grava  a voluntad de concesionarios-contratistas, a todos los colombianos, con peajes arbitrarios y usureros. Continúa el festín presupuestal con  los inviables Sistemas Masivos de Transporte Urbano locales. Todo un abanico de subsidios colgados al anémico presupuesto nacional, pero sin resolver los problemas de miseria, pobreza e inseguridad social. Es el festín de los dineros públicos, envuelto en la diabólica placenta del populismo, corrupción, politiquería y clientelismo.

Nada hace el populismo del régimen para resolver el endémico problema de desempleo, subempleo e informalidad, que son los genuinos caldos de cultivo para la desbordada pobreza e inseguridad ciudadana.

Al gobierno y al régimen les resulta más rentable, políticamente, manejar la piñata de los engañosos subsidios oficiales, que  resolver las causas de la miseria, la pobreza y la concentración de la riqueza nacional.  Igual ocurre con los gobernantes regionales y locales. Así han  gobernado siempre a Colombia.

Todo, resultado incuestionable del populismo, soportado por la politiquería, el clientelismo y la corrupción de los gobernantes y sus círculos de poder.

Superar la tragedia de la irresponsabilidad del poder político colombiano, demanda cambio de mentalidad del elector y decisión de hacer valer sus derechos. Es la alternativa para superar la fatalidad política y social a que está sometido el pueblo colombiano. Es oportuno pensar en la encrucijada nacional, dado que inicia el festín de las candidaturas 2.015.
 
Para el Periódico LA TRIBUNA noviembre 2.014