La Nación
COLUMNISTAS

Esperanza para los cafeteros

Cuando nuestra selección de futbol juega, en la televisión nos llaman los “cafeteros”, como símbolo y reconocimiento internacional a nuestro producto insigne: el café.  Pues bien, los huilenses nos hemos convertido en los cafeteros de los cafeteros.  Somos los mayores productores de café en Colombia (ya superamos a Antioquia), con una producción de 85.213 toneladas, una participación del 18.34% de la producción nacional. También producimos el mejor grano en la tierra del mejor café del mundo. Desde nuestras montañas de Palestina, Santa María o Pitalito, para solo mencionar algunos de nuestros municipios, se produce cafés especiales en importantes volúmenes que superan las 43.672 toneladas, en el último año.  Nuestra infraestructura se estima en 154.496 hectáreas plantadas en 102.213 predios, por 83.132 pequeños y medianos cultivadores; y  35 de 37 municipios tiene producción cafetera. Por eso, hablar de café es hablar también de una nueva huilensidad, de oportunidad de progreso y Esperanza para el campo.
 
No obstante, las últimas cifras citadas deben generar una profunda preocupación en mis agudos lectores: estamos en un departamento de microcultivadores, en donde el área promedio cultivada es de apenas 1,5 hectáreas por familia, situación en la que están cerca de 80 mil paisanos.  Ante esta situación nos preguntamos: ¿es posible una vida digna para nuestros cafeteros?  Lo dudo mucho o por los menos no, en las condiciones en que actualmente están siendo remunerados por lo que producen.
 
El mercado mundial del café está diseñado de tal manera que quien se friega subiendo laderas y soporta pesadas cargas gana poco, mientras quienes procesan el grano ganan mucho.  Nuestros caficultores reciben menos del 1% del precio que se paga por una tasa de café en los grandes países del mundo. ¿Es eso justo? ¡No! El grave problema de los cafeteros es el bajísimo precio que reciben por su trabajo. Ademàs, no hemos sido capaces de poner valor agregado al café, pese a tener baja productividad y una elevada estructura de costos de producción.  Por tales razones, siendo los mejores de los mejores, estamos ante una bomba social que puede estallar en cualquier momento.
 
Con ese panorama, nos complace que Teódulo Guzmàn, huilense y luchador del campo, haga parte de la “misión nacional cafetera”, que redefinirà el norte del cultivo.  Tambièn resulta pleno de Esperanza y damos la bienvenida a Mauricio Sanchez, Octavio Oliveros, Luis Emiro Pajoi, Arnubio Vargas y Roberto Chicue, al Comité de Cafeteros del Huila. La tarea es grande, pero esperanzadora, sumando lo bueno que han hecho las actuales directivas.