Piero Emmanuel Silva Arce
El pasado domingo 28 de abril se recompuso el tablero político en el Estado español después de una de las elecciones más concurridas en los últimos años; la participación fue de un 75.75% mientras que en el 2016 fue de 69.83%; el aumento se dio gracias a que los ciudadanos catalanes salieron masivamente a manifestar su sentir en las urnas, acrecentando 18 puntos sus niveles de participación respecto a los pasados comicios. El gran ganador de estas contiendas fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con un total de 28.68%, es decir, 123 escaños en el Parlamento; lo siguen consecutivamente el Partido Popular (PP), Ciudadanos, Unidas Podemos, VOX, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Junts per Catalunya, Partido Nacionalista Vasco (PNV), Euskal Herria Bildu, Partido Nacionalista Canario y Navarra Suma.
El gran derrotado de esta jornada fue el Partido Popular; de 137 escaños obtenidos en 2016 solo obtuvo 66 en esta ocasión. Para algunos analistas una buena parte de sus votos se fueron a las toldas de Ciudadanos y de VOX. Esta última es una nueva fuerza que irrumpe en la península ibérica con un discurso abiertamente xenófobo, racista, centralista, tradicional y patriarcal, intenta recoger el descontento popular mostrándose como una fuerza que está en contra del establecimiento que ha llevado a empeorar las condiciones de los ciudadanos españoles. Por su parte, Podemos disminuyó su caudal electoral pues de obtener 71 escaños en 2016 solo se quedó con 42.
Con este panorama solo resta esperar las alianzas que se construyan para lograr una mayoría en el Parlamento que otorgue la presidencia. No va a ser fácil, aunque es claro que quien entra con ventaja es el PSOE y podrá poner exigencias a los otros partidos que quieran hacer parte del Gobierno; puede buscar alianzas con Ciudadanos, pero es más factible que intente un acercamiento con Podemos ya que esto representa una oportunidad para aglutinar las fuerzas de izquierda, las cuales han salido bien paradas.
Si bien es verdad que salieron ganadoras las tendencias de izquierda, la disputa por el poder se sigue jugando en el terreno de un modelo político y económico neoliberal, centralista y tradicional, que no propone un impulso abierto por derrotar los poderes establecidos para otorgar mayor bienestar a clases menos favorecidas. Finalmente, llega al Parlamento VOX –un Partido que esperaba más de sí mismo – con más de un 10% y presentando un discurso abiertamente fascista. Ya se verá lo que resulte de las alianzas y los acuerdos.