La Nación
Hacia un nuevo panteísmo 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Hacia un nuevo panteísmo

¿Qué es panteísmo? Palabra de raíces griegas que significa ver en todo a dios = παμ = todo; Τεο = Dios; es decir, sacralizar la naturaleza: adorar ríos, bosques, montañas, animales, fuentes, etc. En antropología cultural se analizan las diferentes culturas y en todas ellas se encuentran cultos a la naturaleza, con diferentes denominaciones y diferentes énfasis y enfoques; pero, el común denominador: sacralizar a la naturaleza. En general, las culturas primigenias son panteístas. De esa antropología salen reglas axiológicas o de comportamiento. En la antropología cristiana, a la luz de la ley natural y con la iluminación de la ley divina, la naturaleza no es Dios, es creación de Dios. La naturaleza se cuida, se protege, pero no es Dios. La única criatura de la creación que es “imagen y semejanza de Dios” es el hombre; es el hombre el único ser sagrado de la creación. De ahí el gran respeto por el ser humano. Dios es celoso cuando se maltrata al ser humano.

El hecho de ser el hombre la “cumbre o cima” de la creación, no le da ningún derecho a maltratar la creación; al maltratar la misma, afecta negativamente al hombre. Cuando llegó el mensaje cristiano a la cultura grecolatina, encontró mucho animismo, culto a la creación; se adoraban a las instituciones, se creía que el emperador era dios y, por ende, se le daba culto (¡qué paradoja! Por eso a los cristianos se nos llamó ateos). Los cristianos desacralizamos las cosas, las instituciones, el poder político, económico, académico, físico, etc.

El único absoluto es Dios. ¡Cuidado con el culto a la personalidad! En todas las culturas, en todas las épocas, el hombre lleno de poder se siente dios y exige culto, -lamentablemente hay muchos bufones y lacayos que se tragan el anzuelo y terminan postrados ante los nuevos ídolos-. Aquí se acaba todo sentido crítico y se traga entero. Hoy aparece nuevamente una tendencia a darle culto a la naturaleza, aparece una involución cultural. Una muestra de ello es el culto a las mascotas, muchas mascotas resultan “tiranas” en el entorno familiar: ellas determinan el lugar de las vacaciones, por ejemplo. ¡Qué tristeza! Se admiran más a las mascotas que a los niños.

Ahora quieren celebrar el matrimonio en la playa para que las olas den energía y la unión sea más intensa. Se buscan los bosques para celebrar las bodas, porque allí se genera energía positiva. ¡Qué ridículo y qué ignorancia! Se va al desierto de La Tatacoa, -bueno, el “desierto” de La Tatacoa es un bosque seco tropical-, en una noche estrellada para que las estrellas “guíen” el amor y conduzcan a los enamorados a la placidez del amor. ¡Qué romántico! ¿Verdad? ¡Qué payasada!, -diría yo-. Estamos volviendo a las religiones mistéricas de los cultos de Eleusis en honor del dios del vino, de la diosa de la fertilidad, de la diosa de la guerra, del amor, etc. Dioses a la medida humana.