La Nación
¿Hasta cuándo? Víctimas de un sistema 1 26 abril, 2024
CONTENIDO AUSPICIADO

¿Hasta cuándo? Víctimas de un sistema

¿Hasta cuándo? Víctimas de un sistema 7 26 abril, 2024
La seguridad vial debe ser una prioridad en todos los órdenes.
De las decisiones políticas que hoy tomemos, dependerá en buena medida la suerte nuestra y del país entero.

Solo unas pocas horas llevaba la edición impresa del domingo 18 de mayo de este diario, donde se abordaba el tema de accidentalidad vial, cuando los medios de comunicación nos hicieron testigos de una de las peores tragedias vividas en Colombia, causada entre otros factores por la ausencia de una cultura de responsabilidad vial. El incendio de un bus que no cumplía con las condiciones de seguridad básicas y que transgredía normas fundamentales de movilidad nos arrebató la vida de más de una treintena de niños de la manera más dolorosa y absurda posible. La ausencia del Estado colombiano en poblaciones marginadas como Fundación, a través del aprovisionamiento de recursos y la implementación de controles viales, coadyuvaron en este terrible y fatídico suceso que ha sumido no solo a unas familias sino a Colombia entera en un profundo dolor.

En el afán por encontrar responsables de esta tragedia, los ojos de muchos se han centrado en dos personas, probablemente víctimas también de un sistema precario y defectuoso. Indiscutiblemente, estas personas cometieron un gran error. Sin embargo, un suceso de tan magnitud no se puede reducir a sentenciar a dos personas; la sociedad está obligada a hacer un análisis mucho más profundo.

No creo que fuera esta la primera vez que el bus en mención u otro se movilizara por las calles de Fundación con sobrecupo de niños; y sin duda, eso sigue sucediendo en muchos de los rincones del país, sin que las autoridades de tránsito se inmuten. De igual manera, el bus circulaba por las calles sin autorización, sin revisión tecnicomecánica y con un conductor sin licencia. Muy seguramente en este preciso momento hay muchos taxis, buses y carros particulares transitando en condiciones similares por calles y avenidas colombianas.

Por otro lado, muchos se estarán preguntando cómo una madre o un padre pueden permitir que sus pequeños se sometan a dichas condiciones de transporte. No obstante, y como ya lo sugerí, muchas de estas decisiones o consecuencias son producidas por el mismo sistema. Pues mientras muchos colombianos tienen que solucionar su diario vivir, en términos de alimentación, educación, recreación y transporte, con unos recursos limitados; otros, los encargados de las principales decisiones sociales, políticas y económica del país se mantienen enredados en vulgares debates demostrando quién es el más corrupto y tramposo. Basta con encender el radio o la televisión para ser testigos de bochornosos cruces de insultos entre el Presidente de la República, ex ministros y expresidentes. Los mismos que durante años tuvieron la posibilidad de proporcionar equidad en poblaciones como Fundación, pero que solo se quedaron en lo que todos hacen, ampliar la brecha entre ricos y pobres; y los mismos que hoy serán nuevamente elegidos para regir los caminos de nuestra golpeada patria.

Podremos culpar al conductor, al líder espiritual o los padres de familia, pero como lo decía un patrón de la política colombiana, “es el sistema”. Solo cuando nuestros legisladores, mandatarios y cada uno de los ciudadanos de a pie trabajemos ardua y sensatamente por el bienestar general, se podrán reducir los efectos letales del desorden, la negligencia, la irresponsabilidad y la imprudencia.

Hace pocos días veíamos también cómo “Calidoso”, un habitante de la calle que no le causaba daño a nadie, y por el contrario protegía en ocasiones a estudiantes y a su fiel canina, fue vilmente incinerado mientras dormía. Unos perversos emprendieron fuego contra el hombre y su mascota como si se tratara de un pedazo de cartón o papel. ¿Qué está ocurriendo con esta sociedad? Pareciera que el lóbulo frontal que es el encargado de las emociones y sentimientos lo tuviéramos inhibido, inválido, mutilado, mejor dicho, muerto. No hay sentimientos, no hay amor, no hay compasión, ¿cómo pueden estar prendiéndoles fuego a las personas? Un acto simplemente repudiable. Y así todo pasa y todo se olvida. ¿A dónde iremos a parar? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo tanto dolor? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar una sociedad sin empatía, sin responsabilidad social? ¿Hasta cuándo permitiremos que nuestros chiquitos mueran de maneras tan dolorosas y absurdas? ¿Hasta cuándo?

Mientras tanto, y con el propósito quizás de elaborar el duelo que nos ha dejado la partida de estos 32 angelitos, y la de muchos más, considerémonos todos responsables, primero por caer nosotros mismos en circunstancias de irresponsabilidad e imprudencia, y segundo por seguir eligiendo a gobernantes que solo gobiernan para unas pocas ciudades y para unas pocas personas.

Decidamos de una vez por todas, a través de nuestro ejercicio democrático, no solo hoy sino a lo largo de nuestras vidas, elegir a aquellos que consideren que la vida es sagrada; y proteger a nuestros pequeños para que ni ellos ni ninguno de nosotros sigamos siendo víctimas del sistema.

“Solo cuando nuestros legisladores, mandatarios y cada uno de los ciudadanos de a pie trabajemos ardua y sensatamente por el bienestar general, se podrán reducir los efectos letales del desorden, la negligencia, la irresponsabilidad y la imprudencia”