La Nación
Jesús, presencia luminosa para la oscuridad del mundo  1 26 abril, 2024
ACTUALIDAD

Jesús, presencia luminosa para la oscuridad del mundo 

Este domingo el Evangelio nos invita a otra estación, a subir a la montaña llamada Tabor para contemplar a Cristo transfigurado y resplandeciente.

 

Padre Elcías Trujillo Núñez

 

 «En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Ellas”.  Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Éste es mi Hijo amado, escuchadlo.”.» (Marcos 9,2-10)  

 

El pasado domingo el Evangelio nos llevó a la estación del desierto a enfrentarnos con nuestras propias tentaciones a imagen de las de Jesús, este domingo nos invita a otra estación, a subir a la montaña llamada Tabor para contemplar a Cristo transfigurado y resplandeciente. Desierto y Montaña son en la Biblia lugares privilegiados de encuentro con Dios. En ambos espacios no hay distracciones, sólo hay silencio, inmensidad, infinitud. Tampoco hay apoyos ni compañía. Así se impide la huida. En el desierto y la montaña Dios habla al corazón, lejos del ruido de la gran ciudad que nos impide entrar en nosotros mismos. Allí no hay escapatoria ni excusas. No hay otra música que el silbido del viento, ni más luz que la de las estrellas. Allí sentimos el peso de la soledad ante Dios, y la verdad de nosotros mismos.

 

Pero no es una soledad que produce angustia. Es la “soledad sonora” de la que hablan muchos místicos, la soledad habitada por la plenitud del verdadero Amor. Necesitamos tanto este encuentro en lo profundo con el Amor de Dios. Porque la vida humana y cristiana no es sólo lucha contra la tentación, dureza del camino y del desierto. Es también vivencia gozosa de una Presencia luminosa. La fe cristiana no es sólo una moral, es también vivencia mística, vital, contagiosa. Sin esta vivencia, la fe queda reducida a un conjunto le leyes, o de normas, o se convierte en un puro humanismo sin trascendencia. Necesitamos la montaña del Tabor para seguir caminando y avanzando. El Tabor que son los momentos de oración, los encuentros de Eucaristía, la lectura y la escucha sosegada de la Palabra, la cercanía de la comunidad, los espacios de silencio y de acogida gratuita. Pero no es un Tabor que nos aísla del mundo, sino la energía, el combustible que nos renueva y revitaliza en nosotros la utopía, las ilusiones, la entrega, la generosidad, la fe en que el reino de Dios ha llegado a este mundo.

 

Los discípulos también tuvieron la tentación de quedarse colgados de aquella experiencia y pretendieron construir tres tiendas para no bajar al valle de la vida cotidiana y real. Jesús los tuvo que enviar de nuevo a bajar. La oración, el encuentro gozoso con el Señor, no es para quedarse en ella, sino para llevarla a la vida, o más bien, para que nuestra vida, la que vivimos cada día, sea en verdad oración. Así nuestra vida rutinaria se coloreará de luz, saldrá de su monotonía y de su encerramiento materialista, y la proyectará hacia las estrellas. Así surgirá ese deseo de Dios y necesitaremos del Él como del oxígeno para respirar. Y eso se notará en la vida, porque nuestro rostro y nuestra vida también quedarán transfigurados, transformados, resplandecientes, luminosos como el de Cristo, y contagiaremos al volver del Tabor la alegría de la fe, y nos comprometeremos en la construcción del Reino de Dios que es amor, justicia y paz.  Subamos, pues, al Tabor, nos espera Dios al final o al principio de cada jornada. Vivamos cada día en su Presencia Amorosa y Providente, Luminosa y Protectora. Descubramos en la vida de fe la belleza resplandeciente del Señor. Dejemos que Él nos ilumine y nos guíe. Contemplemos su gloria. Hagámonos nosotros en esta Cuaresma testigos luminosos del Amor infinito de nuestro Dios.

 

Nota: Todos los viernes de cuaresma estamos llamados a vivir la abstinencia, oportunidad de privarnos de algo y así contribuir con la Campaña Cristiana de Bienes. También este día a las 5:30 pm en el Templo san Calixto en Timaná, celebraremos el Viacrucis Penitencia.