La vida de Dayana Andrea y sus más cercanos familiares ha sufrido en estos 365 días cambios drásticos. La inseguridad y la incertidumbre los han llevado a tierras del Tolima, viven de lo poco que les da el campo, ella y dos de sus hermanos no han regresado a estudiar.
Las ayudas prometidas por entidades públicas se esfumaron apenas su caso dejó de ser registrado por los medios de comunicación.
“Los primeros días del ataque hablaban de ayudas, una cosa y otra, supuestamente que el alcalde de Neiva nos iba apoyar con el arriendo y un trabajo, pero eran puras mentiras. A nosotros nos tocó salir de la ciudad y ahora vivimos en una finca”, narró Marlovi Zambrano García, madre de la menor.
La adolescente ha sido sometida a ocho cirugías y le faltan decenas. En su espalda están creciendo desmedidamente queloides, pequeños bultos de tejido cicatrizal en los sitios con quemaduras más profundas.
“La salud de la niña es regular y su estado de ánimo mal. Por la situación económica tocó dejar todo así, no hubo presupuesto para viajar a las citas, no está recuperada totalmente”, agregó la progenitora.
Dayana Andrea no usa máscara, protege sus quemaduras con algunas cremas que le quedan, “ya se le van acabar y no sé qué voy hacer porque esas cremas cuestan mucho”, dijo desconsolada la señora Zambrano.
Y aquí viene lo insólito: la adolescente tocó puertas en la Fundación Natalia Ponce de León –de la que todos hablan en el país-. Quedaron de llamarlas pero nunca sucedió.
“Nuestras vidas han cambiado mucho, estamos en una pésima situación económica, mis hijos no están estudiando. Tanto que prometieron y nos dejaron solas. Respecto al atacante, no se sabe nada, todavía estamos en audiencias y el hombre capturado está en la cárcel”, cuenta la madre de Dayana.
ATAQUE
El trágico hecho sucedió el 31 de enero de 2016, cuando Dayana y su hermana se dirigían a visitar a su madre al centro de salud IPC, en la Comuna Ocho de Neiva y a la altura del barrio Los Parques, un hombre les arrojó ácido y escapó con otro en una moto.
La tragedia ocurrió paradójicamente 15 días después de que el presidente Juan Manuel Santos sancionara la Ley Natalia Ponce que castiga drásticamente, hasta con 50 años de cárcel, a los comprometidos en este tipo de actos criminales.
COMPLICACIONES EN SALUD
Rafael Jiménez, cirujano plástico del Hospital Simón Bolívar, quién atendió a la adolescente, habla sobre las dificultades que se enfrenta la víctima al no recibir atención médica a tiempo.
“Si la niña no tiene unos controles constantes con cirugía plástica, las secuelas que puede padecer son desde mala cicatrización, cicatrices queloides, retracciones, que van hacer mucho más larga la recuperación de ella”, advirtió.
Respecto a los queloides en la espalda de Dayana, el cirujano explicó: “estas son cicatrices muy profundas que no han tenido el control adecuado en el postoperatorio inmediato con licra y terapias; ese tipo de cicatrices empiezan a crecer de forma desordenada”.
Y sentenció: “si ya lleva varios meses alejada, todo ese tiempo se ha perdido y ya nos tocaría analizar en qué estado se encuentra y mirar qué podemos hacer por ella”.
LA ÚNICA CAPTURA
A finales de marzo del año pasado, la Policía Metropolitana de Neiva capturó a uno de los implicados en la agresión: un hombre de 40 años de edad, identificado como Carlos Andrés Medina.
El hombre, al parecer, sería la persona que conducía la motocicleta en la que se transportaba el individuo que se acercó a la menor y le roció ácido en su rostro y cuerpo.
Ya han pasado diez meses de su aprehensión y según los familiares de la víctima, no se ha esclarecido nada, no saben quién atacó a Dayana ni las razones.
Marlovi Zambrano García, madre.
La adolescente ha sido sometida a ocho cirugías.
Todos los meses sin control médico complican la cicatrización.
La hermana de Dayana también resultó afectada por el ácido.