La Nación
La cabeza bien puesta 1 5 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La cabeza bien puesta

Obert Alejandro Ortiz

En las circunstancias que nos encontramos en el país, con problemas económicos, sociales, culturales, políticos, éticos, morales hasta el cuello, que nos tienen aparentemente en un callejón sin salida; vale la pena traer a colación y volver a la reflexión sobre los planteamientos de Edgar Morin en su escrito: “la cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento”. La verdad, estoy desesperado como colombiano de la incoherencia o inconciencia de nuestra clase dirigente. No es posible, que sigamos discutiendo sobre estupideces a estas alturas del auge de la 4ª revolución (de las TICS). No me aguanto esas discusiones o insultos de unos que se creen con la verdad absoluta y de otros que creen tenerla dentro de un Estado que se jacta de estar en la democracia más antigua de América Latina. ¿Cuál democracia?. ¿Acaso tenemos una verdadera democracia?. Ese espectáculo que se da en el congreso, es lo que más contribuye en la desesperación colectiva e, incluso, en la negatividad del ánimo o de las emociones, al percibirse que todo está perdido. Nada que desaparece el mito de la caverna. Pareciera que estuvieran encarnizados los unos con los otros. Y esto se replica por doquier. No sólo en ese preciado recinto del Congreso de la República. De ahí para abajo no hay excepción. Si los que están en el poder político no dan el primer paso, que esperamos los idiotas útiles que lo secundan. Personalmente me siento aturdido. Ya estoy en el límite. Esto lo afirmo porque la corrupción hizo metástasis, la desigualdad sigue en aumento, la pobreza no da tregua en este país, la violación de derechos humanos ni qué decir, la falta de oportunidades es el pan de cada día, la discriminación cada vez aumenta las brechas, la violencia en todas sus manifestaciones se evidencia aún más, los estragos de la naturaleza muestran su verdadero poder, los malos gobiernos locales son la perversión, los abusos de poder son mayúsculos y con otros rostros, la injusticia no reina sino que campea, y sí continúo  la enunciación; no terminaría. Estamos presenciando un revolcón en lo social, parecido al que hace una estampida de una avalancha. Con sinceridad, da miedo. Tenemos que poner un freno urgente.  Un verdadero S.O.S. necesitamos. Pareciera que no entendimos oportunamente la teoría de sistemas, ni mucho menos la del caos, como tampoco la de la complejidad. Y lo peor, es que en esta época no vamos a entender la era de incertidumbre (incertidumbre histórica e incertidumbre cognitiva). Si nuestros políticos y dirigentes no se entrenaron en lo que significó la conciencia, mucho menos están preparados ahora en la actualidad para crear nuevas preguntas, impulsar cambios paradigmáticos y para saber pensar. Me gustó el llamado que hiciera Jorge Enrique Robledo: “Debemos desarmar los espíritus”. Vuelve y juega aquí la invitación que entregaron hace un par de décadas la comisión de sabios para “repensar todos juntos una nueva Colombia”. Urgente dar ese paso. Ya no sigamos reculando,  ni matándonos los unos con los otros. Demos el paso para construir una verdadera nación próspera. Quiero ser parte de ella. Abracemos el perdón. Pensemos dentro de la ecología de saberes. Con una verdadera estrategia y objetivos para producir buenos pensamientos con una apropiada inteligencia emocional y multifocal hacia una inmensa propuesta: un país con una paz estable y duradera. No quiero seguir remando como docente en un mar más que muerto, ni en un cementerio con estudiantes alienados.