La Nación
La comodidad de las redes sociales 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La comodidad de las redes sociales

Piero Emmanuel Silva Arce

Esta columna parte de una reflexión del pensador polaco Zigmunt Bauman alrededor de las redes sociales y su influencia en el mundo contemporáneo. La movilización de ideas por las redes no se corresponde con algo esencial de la democracia: el debate y la discusión en torno a la diferencia. Las opiniones por internet se convierten en monólogos de millones de personas cuya preocupación primordial es poner su punto de vista en la nube sin ningún interés por reflexionar sobre los planteamientos opuestos. Esto se da así porque las redes permiten crear una comunidad propia donde la escogencia se basa en afinidades de tipo cultural, político y económico. Lo otro, lo diferente, puede ser eliminado de la pantalla con un solo clic.

Se está perdiendo la conciencia alrededor de la contingencia, el encuentro inesperado con otro que pone una determinada idea en cuestión. En términos de opinión pública, si bien las redes son un detonador donde todo el mundo se puede expresar, la calidad de esas opiniones es reducida porque la mayoría de las ocasiones parten de ideas preconcebidas y carentes de reflexiones impulsadas por un diálogo con otro que las ponga en dificultades. En este sentido, la opinión pública en el mundo actual está perdiendo sentido, cualquiera dice alguna falacia que no tiene ningún sustento, pero entre todo el mar de información a nadie le importa. Por ejemplo, en alguna ocasión María Fernanda Cabal dijo que la Unión Soviética todavía existía; parecería algo sin importancia, pero que una líder política ponga una mentira tan grande en las redes alimenta la distorsión de una realidad, que, ya de por sí es bastante compleja.

Otra de las repercusiones de las redes sociales tiene que ver con la ruptura de lo comunitario debido a la promoción de una cultura individualista. La creación de un grupo de personas en una red social recrea una zona de confort que no se da tan fácilmente en la comunidad, pues esta representa la contradicción, el conflicto y la diferencia. Esto por supuesto es funcional a un modelo económico, político y cultural, que prefiere individuos desconectados entre sí, lanzando ideas que no van a tener ninguna repercusión real en alguna estructura social y trabajando juiciosamente las horas que están destinadas para la producción de riqueza para que unos pocos vivan mucho mejor que la mayoría, sin importar agotar a toda costa la vida en el planeta.

Volver a la comunidad y recuperar los espacios de debate y de discusión en torno a la diversidad es algo que sí llevaría a consolidar sociedades más democráticas y menos violentas.