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La contradicción que vive actualmente el país – Cecilia López Montaño

Colombia vive actualmente una profunda contradicción. Desde el punto de vista de su economía, su modelo es el minero energético y se considera “exitoso”

Colombia vive actualmente una profunda contradicción. Desde el punto de vista de su economía, su modelo es el minero energético y se considera “exitoso” porque ha producido una buena tasa de crecimiento. Pero a su vez, ahí surge la contradicción, el sector rural en el cual compite esa minería considerada la locomotora del crecimiento actual, con la precaria producción agropecuaria y la critica situación del campesinado, es el centro de la agenda de la paz. Lo curioso es que esta situación no es objeto de debate ni siquiera dentro del Gobierno.

La conferencia del profesor Albert Berry en el seminario sobre Paz y Desarrollo Rural recientemente realizado en Cartagena, aportó elementos fundamentales para que los actores de las dos agendas empiecen a entender la complejidad de la situación que deben afrontar. Varios criterios aportados por Berry son enriquecedores y si son considerados por el Gobierno, éste podrá empezar a buscar líneas de encuentro.

En primer lugar, la necesidad de no solo tener como objetivo el crecimiento económico sino poner en primer plano el empleo y la equidad. Este sería un cambio sustantivo en los objetivos de esta Administración que prioriza el comportamiento del PIB aunque habla de su compromiso social que se expresa fundamentalmente en una política asistencial.

El segundo criterio es de suma importancia y se refiere a no limitarse  al crecimiento económico de corto plazo sino a empezar a construir las bases del desarrollo post minero. Al observar lo que esta sucediendo actualmente, es evidente que Colombia vive un serio proceso de desindustrialización y una actividad agropecuaria con poco crecimiento. Como esos deberían ser los motores de la economía especialmente una vez pase el boom minero-energético, es fundamental que el país empiece a tomar medidas para recuperar la actividad de estos sectores críticos en la generación de empleo.

El tercer criterio tienen que ver con la importancia de reconocer la productividad de la pequeña agricultura que se ha probado en diversos países a través del tiempo, versus la gran agricultura que en Colombia se considera que es la rentable. Finalmente, como lo señala también Albert Berry, es fundamental considerar las similitudes entre la gran minería, que no genera empleo y por ello poco contribuye directamente a la equidad y además tienen grandes impactos sobre el medio ambiente, con la gran agricultura que tampoco contribuye significativamente ni al empleo ni necesariamente a una mayor igualdad.

Estos elementos son fundamentales para empezar a resolver los problemas de tener dos agendas que se ignoran mutuamente pero que implican grandes contradicciones que deben preverse si se quiere hacer compatible el tipo de crecimiento económico actual con lo rural como eje de las negociaciones de paz, que están en curso. Ojalá este esfuerzo analítico se realice antes y no se pierda esta valiosa contribución del Profesor Albert Berry, que conoce y quiere a Colombia. No reconocer estas contradicciones puede ser supremamente costoso para el Gobierno, para el país y sobre todo, para una sociedad que tiene grandes esperanzas de lograr la paz.