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La difícil historia de amor de Mandela con los blancos 2 30 abril, 2024
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La difícil historia de amor de Mandela con los blancos

La difícil historia de amor de Mandela con los blancos 8 30 abril, 2024
El cuadro negro que decora la entrada de la pizzería de la ciudad balneario sudafricana de Kalk Bay, de población blanca y cercana a Ciudad del Cabo, ha cambiado por primera vez en meses: "RIP Tata Madiba", reza ahora.

Por el otro lado, el cuadro muestra una frase de Nelson Mandela, fallecido el jueves por la noche, en la que pide a las diferentes comunidades del país que se quieran.

Un cambio inédito de la máxima habitual del restaurante -"Un día sin vino es un día sin sol"-, que representa el respeto que sienten los jóvenes blancos sudafricanos, nacidos tras el Apartheid, hacia el reverenciado hombre de Estado que fue Mandela.

Pero este sentimiento no esconde la desconfianza histórica contra el "terrorista", preso durante 27 años bajo el Apartheid de los blancos más ancianos que pertenecían a la minoría privilegiada.

"Estoy realmente triste", declara Philip Heijnan, un estudiante de 22 años, ante la iglesia anglicana de la Santísima Trinidad, cuyo pórtico está decorado con retratos de Mandela y con algunas de sus frases más conocidas. "Mandela fue el mejor presidente. Creo que no hay nadie en el país que no lo quiera".

El joven, nacido en 1992, dos años antes de la primera elección presidencial democrática en el país, que puso fin al Apartheid con la elección del primer jefe de Estado negro, espera pasar su vida en este país.

"Si sigue tan bien como ahora, me quedaré en Sudáfrica", dice.

Los blancos creían que era el demonio

Pero algo más abajo en la misma calle, una comerciante da una visión diferente de Mandela.

"Cuando estuvo preso durante 27 años, los blancos pensaban que era el demonio. Ahora lo consideran Dios", dice bajo condición del anonimato.

Otro señor de 76 años se acerca y confirma la opinión de la señora sobre el complejo sentimiento de los blancos hacia Mandela.

"Era un hombre de Estado, no un político ordinario", comienza diciendo, para añadir: "Pero hay que obedecer la ley del país. Si hubiera llegado a anciano sin ser condenado, no creo que hubiera sido popular. La cárcel le dio forma, y con él, al país".

Y aunque Sudáfrica vaya "generalmente mejor" desde el fin del apartheid, la corrupción en el seno del gobierno le hace dudar de "que los negros sean mejores" que los otros.

La acomodada Kalk Bay es un lugar de una belleza extraordinaria, con montañas que acaban abruptamente en el océano Atlántico, un pequeño puerto con barcos de colores y restaurantes y tiendas de moda. Pero es una Sudáfrica que no reconocerían quienes crecieron durante los años del apartheid.

El propietario de un restaurante tiene un local decorado con carteles de Cuba, que envió a sus soldados en apoyo a Angola, país comunista vecino, durante el apartheid y la guerra fría.

Uno de los camareros del local, Michel Peters, de 19 años, pertenece también a esa generación nacida en democracia y que desea permanecer en el país. "Soy un afrikaner, más bien tradicional. Quiero comprar una granja", cuenta.

El pueblo de Mandela espera la vuelta de su hijo más ilustre

En Qunu, el pueblo sudafricano donde Mandela pasó su infancia, los habitantes se preparan solemnemente para el regreso de su hijo más ilustre, que será sepultado el 15 de diciembre en la tierra de sus antepasados.

Los ancianos de esta aldea de chozas caminan cabizbajos y bajan la voz para hablar del héroe de la lucha contra el apartheid, fallecido el jueves a los 95 años.

"Estamos en duelo, merece todo nuestro respeto", dice el jefe Mfundo Mtirara, un sobrino de Nelson Mandela.

Aquí, en estas aldeas escondidas entre las colinas de la provincia Oriental del Cabo, lejos de Johannesburgo, el pudor prohíbe una expresión ruidosa de las emociones. Nada de cánticos, por tanto, para recordar a Madiba -el nombre clánico afectuoso de Mandela- ni de veladas a la luz de las velas. Tampoco habrá bailes.

La casa de Mandela, que señorea este paisaje que él describió con ternura en sus memorias, es sobria y no se ve agitación en ella. Nada que ver con la efervescencia que reina alrededor de su casa de Johannesburgo, donde personas anónimas dejan flores y mensajes de pésame desde el jueves. Algunos soldados y policías montan guardia en sus inmediaciones. Como siempre.

La carretera asfaltada que pasa por delante de la casa fue cerrada al público, en previsión de la afluencia de visitantes.

El jefe Mtirara fue el encargado de anunciar la noticia del fallecimiento a algunos de los parientes del difunto: "Un gran hombre se fue, estamos profundamente tristes, aunque sabíamos que este día iba a llegar", dijo a la AFP.

"Merecía nuestro respeto mientras estaba vivo, vamos a seguir respetándolo de muerto", afirma el jefe tradicional, que vive muy cerca de la casa de Madiba.

Qunu será el centro del mundo el 15 de diciembre, cuando los dirigentes del planeta asistan al entierro del premio Nobel de la Paz 1993.

La aldea no se imagina el huracán que se avecina.

Este sábado, una delegación del pueblo viaja a Johannesburgo para reunirse con familiares de Mandela e informarse sobre la organización del funeral. Dalindyebo, el rey del clan Thembu, al que pertenece Mandela, está de viaje.

En los senderos del pueblo, unos ancianos fuman en pipa y caminan lentamente, deteniéndose para hablar entre ellos de la muerte de Madiba: "Nos lo dieron nuestros antepasados, ahora vuelve con ellos", comenta Albert Njokweni, un pastor de ovejas.

"El anciano tuvo una vida larga y difícil, pero esta dificultad fue la que nos trajo la libertad. Ya es hora de que descanse entre su pueblo", dijo. "No creo que este pueblo vuelva a ver a un hombre como él. Estamos agradecidos de poder decir que era de los nuestros", añadió.

La ciudad más cercana es Mthatha y se encuentra a unos 30 kilómetros. Tiene un museo dedicado a Mandela. Las banderas ondean a media asta, como en todos los países, y los retratos de Madiba cuelgan de las farolas.

Un supermercado desplegó un inmenso retrato con el mensaje: "Descansa en paz Nelson Mandela. Tu eres una leyenda, un padre y, por encima de todo, nuestro líder".

Mandela, pese a sus 27 años en la cárcel y luego una trayectoria de dirigente internacional, nunca perdió el contacto con sus raíces ni con la cultura de su pueblo Xhosa, en la que afirma haber tomado sus valores esenciales.

Descendiente colateral de un linaje real, el domingo volverá al pueblo para descansar en la tumba familiar, junto a sus padres y a tres de sus hijos fallecidos.

El martes se organizará una gran ceremonia en el estadio Soccer City de Soweto (cerca de Johannesburgo) para rendirle homenaje. Y el miércoles, jueves y viernes, sus restos mortales cruzarán las calles de Pretoria cada mañana hasta la sede del gobierno para que sus compatriotas se despidan de él.

El domingo será enterrado en Qunu.