La Nación
COLUMNISTAS

La importancia de la Infancia. Por Julián Vanegas

Hoy en día resulta evidente la importancia que la infancia ha tomado, es el eje principal de todo un sistema de derechos, se dice que los niños y niñas son el centro y objetivo principal de la familia, se les piensa como el futuro de una sociedad, para los medios de comunicación, principalmente noticieros, los hechos de vulneración a sus derechos son muy atractivos para captar audiencia, las estrategias de publicidad y mercadeo los tienen como punto vital, hasta una libra de arroz nos la venden con algún atractivo para los niños aunque nada tenga que la nutrición de ellos, y los adultos caemos fácilmente en la tentación de privilegiar un producto sobre otro no por su calidad sino para “darle gusto” a ellos, y terminan incidiendo sobre buena parte de nuestras decisiones, con el ánimo de complacerlos. Esto nos hace caer en la trampa de pensar que en el mundo moderno son muy importantes; a este panorama le agregamos el discurso psicológico de los años setenta según el cual debíamos evitar que los niños se frustraran y en consecuencia había que satisfacer todos sus deseos y no exponerlos a restricciones ni limitaciones frente a su deseo, el NO, equivocadamente terminó siendo dañino. Sin embargo debemos reconocer que esa pretendida importancia de los niños y las niñas no alcanza el nivel necesario y que todos esperamos, es cierto que algo hemos ganado pero no lo suficiente, pues cuando apenas nacía el discurso de los derechos para facilitar su desarrollo integral con el primer documento sobre la Convención Internacional de los derechos de la Infancia en el año 1959, ya estaban cayendo presas del consumismo salvaje, sino basta mirar cuánto valen hoy en día sus juguetes, su ropa y los costos educativas; con ello se pretende hacer creer a los padres que entre más dinero invirtamos mejor educados estarán o más amor recibirán. Nada más equivocado. Mientras alimentamos esta falsa ilusión, los seguimos desconociendo como sujetos de derechos y deberes, olvidamos que son seres totalmente activos en la construcción del conocimiento y lo más lamentable es que vulneramos su derecho a la participación, todavía creemos que hay conversaciones en las que ellos no deben participar, sobretodo todo en asuntos que tienen que ver con su propia vida y destino. Terminamos por confundir la definición etimológica de infancia que viene del latín infans, que está compuesta por el prefijo in-, de negación, y por el participio presente del verbo f?ri: «hablar». No hablar, no significa no pensar, no simbolizar, no desear. Darle la importancia que merece a la infancia es dejar a los niños y niñas participar en el mundo que los rodea con todo lo que ello implica. *Docente Usco. Grupo Crecer