La Nación
EDITORIAL

La JEP en Neiva

Ha seguido por estos días la comparecencia de políticos huilenses que estuvieron secuestrados por las Farc ante la JEP, la Jurisdicción Especial para la Paz, que surgió de los acuerdos de paz firmados entre el Gobierno Nacional y las Farc para juzgar los delitos cometidos durante el conflicto armado colombiano. El miércoles pasado, el turno fue para la excongresista Gloria Polanco y el diputado Armando Acuña. Para la época en que fueron secuestrados, Polanco era la esposa del exgobernador Jaime Losada y fue elegida representante a la Cámara estando en cautiverio; mientras que Acuña fue plagiado cuando era concejal del municipio de Garzón. Ambos secuestros fueron cometidos por la columna Teófilo Forero de las Farc y generaron gran conmoción entre los huilenses.

Esa impactante frase de Gloria Polanco de que “si existe el infierno, yo estuve más allá” –dicha por ella a la salida de su comparecencia ante la JEP–, refleja la marca abominable del secuestro, esa huella imborrable de haber estado en cautiverio en la selva. El secuestro fue sin lugar a dudas, la expresión más baja en que cayó el conflicto armado y la degradación misma de la entonces guerrilla de las Farc.

Por fortuna, las Farc como grupo armado se disolvieron, pero hay que tener en cuenta que el horror que protagonizaron no se va a olvidar de la noche a la mañana. Y son sus excomandantes quienes pueden aportar a resarcir ese dolor contando la verdad y nada más que la verdad.

Como lo hemos dicho en esta tribuna en reiteradas oportunidades, la JEP juega un papel clave para saciar esa ‘sed’ de verdad de las víctimas de la guerra en Colombia. De la diligencia, seriedad e imparcialidad con que investigue los casos, dependerá en gran parte el futuro del acuerdo de paz.