La Nación
La mentira a flor de labio 1 4 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La mentira a flor de labio

Froilán Casas Ortiz

Vivimos y convivimos con la cultura – ¿o, incultura?-  de la mentira. Nos hemos acostumbrado tanto a este flagelo que se ha vuelto connatural en nuestra conducta diaria. Desde pequeños en casa se nos enseña a mentir. Se miente en los negocios, se miente en  la vida pública, se miente en la política y se miente hasta en los ambientes religiosos. Entonces, ¿qué hacer? Pareciera, entonces, tomar un camino práctico, si no puedes contra tu enemigo, únete a él. Me molestan mucho los discursos cargados de lisonjas: largos y cargados de mentiras. Como dice la sabiduría popular: del dicho al hecho hay mucho trecho. Cuántos se manifiestan trasparentes, pero son como los sepulcros blanqueados, brillan por fuera y por dentro están llenos de podredumbre. Hay cinismo en la vida pública y los oyentes son tan estúpidos que se lo creen. A veces los oyentes no son tan idiotas, parecen serlo como táctica para obtener jugosas ganancias del poder. En el fondo se emplea la inteligencia para lograr sus objetivos mezquinos y cargados de avaricia. Por el poder se engaña hasta el ser más querido. ¡Cómo hay de teatro en la vida pública! ¿Por qué llegan los regímenes totalitarios? Por el abuso del poder del imperio reinante. Con frecuencia la sociedad se quita una tiranía y cae en una tiranía peor; no se puede combatir un mal real, sustituyéndolo por un mal mayor. La ley del péndulo: de un extremo al otro. En época preelectoral la mentira se agiganta. Pareciera cumplirse la frase de Voltaire: “Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda”. Vivimos una sociedad acrítica que se traga el anzuelo fácilmente. Afirma una frase de la cultura china: si te engañan la primera vez tú no tienes la culpa; si te engañan la segunda, tú eres el culpable”. ¡Qué sabiduría!  En la vida pública y privada, ¡cómo se defrauda uno de la gente! Hay que afirmar con el salmista: “Mi amigo, aquél con quien compartía mi pan es el primero en traicionarme”. El gran compositor huilense Jorge Villamil, dice en una de sus tantas bellas canciones: “Amigo cuánto tienes cuánto vales, principio de la actual filosofía. Amigo, no arriesgues la partida, tomemos este trago y brindemos por la vida, brindemos por la vida pues todo es oropel”. ¡Cómo es el hombre de iluso y de fatuo! Pregunto: ¿Quién ha muerto con trasteo? ¡Cómo es de triste la muerte del avaro! En fin, cada uno cosecha lo que siembra. Menos mal que, de alguna manera la vida las cobra. Como decían en la época del renacimiento: “Si ni le temes a Dios, témele a la sífilis”, -bueno, desde que se descubrió la penicilina por Alexander Fleming y Louis Pasteur, adiós bacterias; aunque hoy no es tan cierto, están apareciendo unas bacterias resistentes-.  La mentira ha acompañado al hombre en todas las latitudes y en todos los tiempos, causando los más terribles desastres: ¡cuántas guerras fratricidas, ¿cuántos genocidios, ¿cuánta barbarie? y ¿cuánta sangre derramada infamemente? La mentira es una lacra que carcome la convivencia de las familias, de los partidos, de los pueblos. De los mentirosos, ¡líbranos Señor!