Estas prostitutas aseguran que llegaron al centro del Huila por la creciente aparición de discotecas y tabernas, que obtienen jugosas ganancias de trabajadores y foráneos que llegan a trabajar o a buscar negocios en esta zona del país.
A propósito de la Navidad y la celebración del nuevo año, LA NACIÓN habló con estas mujeres sobre la manera de celebrar estas fiestas y lo duro que resulta estar lejos de sus hijos, de sus padres, de no poder viajar por falta de dinero y por problemas pasionales, que ponen en riesgo su vida. La mayoría pasaron el 24 y 25 de diciembre en soledad y trabajando.
En la ruta Gigante-Garzón aumentó el número de sitios o casas de lenocinio.
‘Yuli’ es una joven que llegó de Villavicencio en agosto de este año. Sostiene que le ha ido muy bien en esta tierra y que pasará las fiestas de fin de año con los seres que más quiere. “Como pocas compañeras, estaré en mi casa con mis dos hijas. Ya compré los regalos para mi mamá y para celebrar la temporada de fin de año.
Sobre la prostitución, en el centro de Huila aseguró que es un lugar donde ha encontrado dinero, teniendo en cuenta que las mujeres jóvenes y bonitas son muy perseguidas. “En un fin de semana he tenido hasta 20 clientes y eso es bueno para mí, teniendo en cuenta mis ingresos y lo que necesito para sostener a mis hijas”, afirmó Yuli.
Para ‘Eliana’, de un pueblo lejano del Caquetá, las cosas no han sido tan buenas. La tristeza comenzó a invadirla desde hace dos semanas. “He tenido que viajar por muchos pueblos, desde la separación con mi esposo las cosas se han complicado, lo único que me dejó fue tres niños, por los que hoy tengo que trabajar. No soy bachiller, nunca había trabajado y pues a los niños no los puedo dejar morir de hambre y me veo en la necesidad de poner en ‘venta’ mi cuerpo. No pude viajar porque prefiero enviarle la platica a mi mamá que me los cuida, para que les compre los alimentos”, dice en medio de lágrimas y nostalgia.
Prostíbulos han surgido por el desarrollo de proyectos petroleros y de energía.
‘Mariana’ es una pereirana de ojos claros, rostro de niña y cuerpo armonioso. En el aguardiente ha encontrado compañía y una consolación para la Navidad. “Estas fechas son dolorosas por la soledad, pero como no tengo a dónde ir prefiero quedarme en el negocio y el licor fue mi consolación en esta Navidad. Confieso que trabajo en esto porque la paso chévere, tengo amigos y hago lo que quiero”, dice. Confiesa además que salió muy joven de su casa y que no tiene hijos.
Pola y droga
En nochebuena, en uno de estos prostíbulos se repetía una y otra vez canciones como el ‘Hijo ausente’, ‘Llegó la Navidad’ y otros temas de Rodolfo Aicardi, Los 50 de Joselito y Darío Gómez. La mayoría de los hombres que se encontraban en este lugar son sujetos embriagados, solitarios y con dolorosas historias de amor. Entre copa y copa confiesan sus penas con las prostitutas que llegan a las mesas y hacen peticiones para que el año que viene sea mejor.
‘Yuli’, de Villavicencio, pasará las fiestas de fin de año con los seres que más quiere.
Esperando clientes, ‘Vanessa’, de 20 años de edad, confesó que tiene un bebé que hace tiempos está por los lados de Perú con su madre y otros familiares. “La Navidad la pasé trabajando y el año nuevo tal vez pasará lo mismo. No tengo a dónde ir, ellos están muy lejos y la plata no me alcanza para ir y volver, así que lo mejor es pasarla con otras compañeras que se quedan el fin de año”, dice mientras bebe ron y otras sustancias que consume en medio de la soledad que le genera la temporada; aunque cuenta con todo tipo de clientes, pues es una de las más bonitas del sitio.
Unas 150 mujeres de todos los rincones del país ofrecen sexo a cambio de dinero.