La Nación
EDITORIAL

Langlois y el conflicto

La liberación del periodista francés Rómeo Langlois, tras permanecer 33 días en poder de las Farc en el Caquetá, ha generado mucho más ruido y polémica que el secuestro mismo, derivado tal debate por el despliegue que la misma guerrilla hizo del acto de liberación y las posteriores declaraciones del comunicador francés en torno al conflicto nacional, el papel de la prensa y el relato de las condiciones en que fue mantenido. La liberación del periodista francés Rómeo Langlois, tras permanecer 33 días en poder de las Farc en el Caquetá, ha generado mucho más ruido y polémica que el secuestro mismo, derivado tal debate por el despliegue que la misma guerrilla hizo del acto de liberación y las posteriores declaraciones del comunicador francés en torno al conflicto nacional, el papel de la prensa y el relato de las condiciones en que fue mantenido. Lo que está ocurriendo en el país es que los debates de fondo acerca de las causas, consecuencias y formas de salida en torno al conflicto armado interno, se dan en forma pasional, febril, altisonante y desinformada, desplazando a quienes abogan por discusiones sensatas, racionales, informadas y desapasionadas. Pareciera que para ser considerado interlocutor válido, opinador o analista a tener en cuenta fuese necesario estar en un extremo o en el otro; no valen medias tintas, dicen esos extremistas; aguas tibias no se consideran; no se escucha a quienes no son ni chichá ni limoná, afirman los otros. Así pasó en los años 60 cuando tres investigadores sociales, respetables hombres y agudos analistas escribieron la única gran obra que se ha hecho sobre el horroroso conflicto enteramente político que carcomió a Colombia conocido como La Violencia. Los profesores Eduardo Umaña Luna y Orlando Fals Borda, y el obispo Germán Guzmán Campos fueron considerados, por ese hecho, poco menos que terroristas. Así pareciera estar ocurriendo con Langlois, hombre curtido en el cubrimiento del conflicto, recorrido tanto en los campos y escenarios del Ejército como en los de la guerrilla, por lo tanto conocedor in situ de los factores, causas, orígenes y desarrollo de esta violencia que aún continúa, incluso a veces más cruel que la que lograron describir Umaña, Fals y Guzmán hace ya 50 años, en 1962. Al periodista francés le están cobrando su franqueza, la honestidad de sus descripciones y lo “políticamente incorrecto” que ha mencionado en torno tanto a la guerrilla como al Estado. Lo que pocos han advertido es que las palabras del ex secuestrado  – cuyo cautiverio él mismo reconoce fue ligero, mucho menos doloroso que el de la mayoría de víctimas de ese flagelo – son apenas la repetición de lo que miles de familias campesinas de ese Caquetá que lo acogió, han dicho y repetido desde hace décadas: el abandono del poder central, la presencia del Estado apenas en forma de soldados y el enorme potencial desaprovechado  de esa zona, muchas veces por simple estigmatización y discriminación de sus abnegados habitantes. Seguramente, como lo escribió ayer el periodista huilense Herbin Hoyos, Langlois salió a expresar lo que muchos en Colombia no pueden o no deben decir frente a un conflicto que vive en las comarcas abandonadas, alimentándose de la pobreza y la extrema marginalidad de comunidades enteras. Y un debate que han dado, no los periodistas que viven de cerca el conflicto. La polémica la han armado quienes analizan el conflicto desde sus cómodos despachos en las grandes ciudades, sin que el peligro los aceche todos los días. DESTACADO “Al periodista francés le están cobrando su franqueza, la honestidad de sus descripciones y lo ‘políticamente incorrecto’ que ha mencionado en torno tanto a la guerrilla como al Estado. Editorialito El foro convocado por LA NACIÓN, la revista Semana y Ecopetrol sobre la visión de Neiva, capital de la Región Surcolombiana, constituyó un aporte sensato para construir colectivamente escenarios de futuro. Fue un debate serio, juicioso y sobretodo, académico.