Por: Peter Bonilla Díaz
Mucha gente no quiere entender el riesgo que corre de adquirir el Covid y de paso contagiárselo a los demás. No cree que el virus está en el aire y que no solo penetra por la nariz, la boca y los ojos, sinó al tocar con manos y pies todo tipo de superficies. De ahí que no se pone el tapaboca, que incluye la nariz; ojalá sea doble, de buena calidad y permanente renovación, como tampoco gafas, si no utiliza la careta. Además del permanente lavado de manos con alcohol; preferiblemente con jabón. Y hasta rociada de alcohol en la suela de los zapatos antes de entrar al lugar de residencia.
Al poco tiempo de iniciarse la pandemia, para contar apenas uno de tantos casos, cuando fui a una tienda que queda cerca de donde resido, su propietario, me dijo que usaba el tapaboca pero que “no creía en eso”. Se lo colocó cuando me vio llegar. Lo tenía cubriéndole la frente y cuando salí se lo bajó a la garganta.
En otra de las pocas idas que hago a la misma tienda sucedió lo mismo, con el agregado de que había tres hombres sin los tapabocas. Les hice caer en cuenta el peligro que estaban corriendo y tampoco creyeron. Cuando di la vuelta escuché que estaban haciendo mofa de mí advertencia. Otra vez fui y había una cantidad de tipos, sobre todo taxistas que van a jugar parqués, con apuestas hasta en altas sumas de dinero. Suelen reunirse allí para ese efecto entre ocho y diez personas. Los que están sentados alrededor de la mesa y los que están de pies expectantes del ruinoso juego.
Pero… ¡oh desagradable mala noticia! El incrédulo amigo de la tienda está con la peste y en cuidados intensivos. La tienda está cerrada. Me imagino que su mujer lo está acompañando con angustia. Entonces, no solo está batallando para supervivir, sino que el negocio ha dejado de rentar. Ignoro la suerte de los jugadores.
Cuantos amigos que se han cuidado, han fallecido por causa de esta pandemia. De pronto involuntariamente omito algunos. Empiezo por Hugo Tovar Marroquín, Carlos Fajardo Rodríguez, Sidalia Falla Morera, Esperanza Segura León, Cecilia Falla Lizcano, Pedro Pablo Velandia Chávez y Carlos Francisco Castañeda Ramos. Que Dios los tenga en su gloria. Cuando nos deseamos el feliz año nuevo, lo expresamos con la mejor intención de diferenciarlo positivamente del anterior ante esta contingencia. Pero éste ha tenido un mal comienzo.