Los integrantes del partido político que surgió tras el fin de la guerrilla de las Farc hace más de cuatro años han decidido sepultar las siglas asociadas a medio siglo de guerra. Ya no se llamarán más Farc sino Comunes.
“Comunes tiene un significado enorme. Somos la gente del común, los que salimos a la calle a conquistar los derechos, los que buscamos las reivindicaciones, los que pedimos cambios, los que construimos una nueva Colombia en paz”, es lo que han dicho varios de sus integrantes, al referirse al cambio de nombre, decisión tomada en el marco de una asamblea realizada semi-presencialmente el fin de semana pasado.
En efecto, se trata de una decisión sensata pero tardía. Tuvieron que pasar más de cuatro años para que los antiguos guerrilleros entendieran que acoger el nombre de las Farc para una nueva etapa era una torpeza desde todo punto de vista.
Farc fue, es y seguirá siendo sinónimo de guerra, de violencia, de muerte, de angustia. En el departamento del Huila, por ejemplo, esas siglas siempre serán asociadas a los hechos más atroces: los innumerables secuestros políticos y extorsivos, las desapariciones, los desplazamientos forzados, el plagio de un avión, la casa-bomba en Villa Magdalena, la masacre de los concejales del municipio de Rivera, las sangrientas tomas guerrilleras, las extorsiones, el despojo de tierras, entre otros muchos hechos que dejaron secuelas dolorosas en los huilenses.
Por eso, nunca nadie entendió por qué quienes firmaban un acuerdo de paz insistían en mantener un nombre que simbolizó horror en varias regiones del país.
Tras este cambio de nombre, lo que debe venir ahora para los antiguos guerrilleros de las Farc es no dilatar más lo que el pueblo colombiano les ha exigido desde que entregaron las armas: verdad y reparación.
“Tuvieron que pasar más de cuatro años para que los antiguos guerrilleros entendieran que acoger el nombre de las Farc para una nueva etapa era una torpeza desde todo punto de vista”