La Nación
COLUMNISTAS

Masacre de los niños de 1990

En un país que está haciendo esfuerzos por conseguir la paz, debe ponerse de presente la necesidad de que la misma sea posible, si existen plenas garantías para el derecho a la memoria que tienen las víctimas del conflicto armado interno. Lo que implica que no se les condene a la indiferencia, al olvido y a los perdones estatales inconsultos, pues ese sería el peor tratamiento que se les puede dar a personas que han sufrido los vejámenes de este fratricida conflicto.

Por ello quiero remembrar el 12 de noviembre de 1990, como un día para nunca olvidar en nuestro país pues hace 24 años, ocurrió una de las masacres más sangrientas y de barbarie comeditas por las Farc, en contra de niños inocentes en Algeciras, Huila. Quiero que los lectores recuerden los nombres de los niños Anderson Devia (9 años) Clara Yasenia Tello Devia (10 años) Wilques Esneider Garzón Lozada (11 años) Luz Adriana Vargas Quintero (11 años) Rocío Molina Ovalle (12 años) Sandra Milena Pinto (14 años) y por supuesto del cabo primero Oscar Escobar Páez y el agente Brillan de Triguieros Wilson.

Quiero que se rinda tributo igualmente a los niños sobrevivientes y heridos como Silvia Támara, Harold Zabala, de 10 años; Sandra Paola Espinosa, 9 años, Sandra Paola Peña, 9, Orlando León Toledo, de 13 años, Glenys Vargas Ortiz, Ximena Ortiz, Ronald Andrés Ramírez, entre otros quienes se salvaron milagrosamente, y siendo sobrevivientes son la memoria viva de aquellos hechos que marcaron su vida para siempre.

Y es necesario rendir tributo a los niños que fallecieron, a los sobrevivientes y a todos sus familiares, pues no es posible que exista ninguna postura ideológica, sociológica o política, que justifique esta barbarie, estas niñas y niños, no pudieron optar por continuar con sus proyectos de vida, dando la felicidad a las madres que los parieron con tanto sufrimiento, construyendo sus sueños, siendo profesionales, teniendo hijos, riendo, cantando y respirando en el ambiente y el clima inigualable de mí municipio de ensueños Algeciras.

Y esto cierto jurídica y políticamente hablando, en materia jurídica el Derecho Penal Internacional y el Derecho Internacional Humanitario ha señalado la no prescripción de este tipo de delitos que como se sabe permanecen en la absoluta impunidad en nuestro país. Y en materia de política correcta, le queda muy mal a los negociadores de paz negar la existencia de estos hechos pues ello le restaría importancia a los grados de legitimidad necesarios para un proceso de paz con los pies en la tierra.

La paz sostenible y duradera no puede construirse con la indiferencia, con el perdón inconsulto y con la impunidad imperante. Es pues este un humilde homenaje a aquellos paisanitos y paisanas, algunos como Wilques Sneider amiguito con el que compartimos los recreos en la hermosa escuela Herminia Escorcia en 1990, para ellos el respeto a su memoria.

*Docente, Fac. Ciencias jurídicas y políticas Usco.