Sergio Felipe Salamanca
Hace muy pocos días fue sancionada una ley que a pesar de no haber acaparado la atención del público y de los medios, trae consigo una serie de medidas importantes y necesarias en materia de seguridad vial, con un enfoque especial en las bicicletas. Hago referencia a la ley 2222 de 30 de junio, por medio de la cual se promueve el uso de la “bici segura y sin accidentes”.
En materia de ciclismo, Colombia es un país bastante paradójico, pues a pesar de haber sido y seguir siendo “cuna” de grandes ciclistas, también es un país en el que hace falta mucha educación vial en torno a la fragilidad de la vida de quienes practican este deporte. Lo anterior podemos verlo reflejado en las estadísticas de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la cual reporta 169 personas fallecidas (ciclistas) en lo que va del año. Para ponerlo en perspectiva, nos encontramos en el día 188 del año, haciendo que exista un pequeño margen para llegar al nivel de un fallecido por día.
Es en este punto donde resulta relevante destacar una de las medidas consagradas en la nueva ley, que, a mi juicio, puede tener un impacto significativo en la disminución de los índices de siniestralidad. Hago referencia a la implementación obligatoria de enseñanza en educación vial en los niveles de Preescolar, Básica Primaria y Básica Secundaria. Considero que esta medida tiene gran vocación a ser exitosa por tres razones: (i). En la actualidad, los cursos de educación vial son impartidos de forma forzosa a las personas que se encuentran en proceso de sacar su respectiva licencia de conducción; (ii). En la vía pública convergen actores con (conductores) y sin (peatones, dentro de los cuales hay menores de edad) formación vial; y (iii). A pesar de su peligrosidad, el uso de bicicletas no exige contar con licencia o tomar cursos de educación vial. Esto, sin mencionar la ausencia de controles efectivos respecto del uso de elementos de seguridad y de protección por parte de los bici usuarios.
La implementación de cursos de educación vial en las etapas tempranas del aprendizaje va a permitir que las futuras generaciones de actores viales tengan un mejor conocimiento del marco normativo de tránsito, así como un mayor grado de consciencia respecto de los peligros a los que se encuentran expuestas las demás personas que comparten la vía y de las medidas para mitigar estos riesgos.