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Metáfora del Atlético Huila

El Atlético Huila es la mejor metáfora para visualizar al Departamento en general. La dirigencia de uno y del otro tiene un gusto demasiado conservador y un espíritu con excesos de intrascendencia nacional. En tierras de Rivera, hasta los liberales llevan conciencia de conservadores. El liberalismo huilense sólo es de periódicos y discursos.

Las aspiraciones de los dirigentes sólo alcanzan para mezquinarse unos millones y perpetuarse en lugares secundarios. Tanto el Atlético como el Departamento oscilan en los puestos inferiores de la tabla general del país. ‘Para qué me quedaba yo en Neiva con un equipo de dos pesos que nos aspira a nada, donde los dirigentes no aspiran a nada…’ explicó Pecoso Castro. Duras declaraciones aplicables a una parca dirigencia departamental, económica y política, que pesa demasiado poco en el contexto nacional.

Tan vergonzoso los casi permanentes últimos lugares del Atlético como los del Departamento. En niveles de pobreza sólo supera a regiones devastadas como Choco, Córdoba, Sucre, Guajira, Magdalena, Cauca, de los 32 departamentos donde hay Estado. Más de la mitad de los huilenses sobrevive en la marginalidad superando la media nacional que alcanza al 34%. La pobreza extrema es aún más desastrosa porque ocupa el sexto lugar entre los peores. No es que el pueblo huilense sea violento por su fanática participación en las guerras liberales-conservadoras y en la insurgencia guerrillera sino que le ha tocado soportar una dirigencia mojigata, pacata y mezquina. Sin ideas.

Nada diferente se puede esperar de un Departamento cuya reina confunde a Mandela con el creador del reinado de belleza nacional; si existe una explotación sexual de menores ante la indiferencia infame de sus gobernantes, o si las bandas criminales reclutan niños para acrecentar el micro-tráfico mientras los anodinos jefes políticos preparan continuamente campañas electorales. Dos pesos es demasiado caro.

La peor vergüenza se materializa en la concentración de las riquezas en donde sólo es superado por Chocó, Guajira y Córdoba. Corresponde al más alto deshonroso cuarto lugar a nivel nacional. Marchamos a la vanguardia de un país que va a la vanguardia entre los países más desiguales del mundo. Nuestra clase dirigente tiene la avara costumbre de ganar mucho con el crecimiento económico y repartir limosnas entre algunos pobres.

Si por lo menos la lectura hiciera parte de los líderes, habría esperanzas. Tal vez comprenderían científicamente que la desigualdad acarrea infelicidad tanto para pobres como para ricos. No hay dudas, el tamaño de la pobreza de un pueblo refleja el inmenso volumen de ignorancia en sus dirigentes.
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