La Nación
EDITORIAL

Otra mesa de paz

Como debería ser, porque no se puede hacer una paz coja, el Gobierno Nacional está avanzando en los trámites para dar inicio a una ronda preliminar de diálogos con la otra guerrilla colombiana, el Ejército de Liberación Nacional (Eln) que, aunque disminuida y con un margen de acción bastante corto sigue siendo actor del conflicto armado y ha expuesto válidas razones políticas para intentar un proceso de reconciliación.

Y para ello se ha conocido que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ofreció a Colombia su ayuda ante informaciones de prensa que apuntan a que Quito podría acoger un proceso de diálogo con esa guerrilla; y pese a que, como corresponde a la prudencia diplomática, Correa no ha confirmado si su país será la sede formal, es latente la intención.

En todo caso es positivo que – sea Ecuador o alguna otra Nación hermana – haya certeras posibilidades de iniciar estos diálogos que nos permitan firmar un acuerdo que termine con el conflicto armado de más cinco décadas, el más antiguo del continente. Y en ese sentido el Presidente ecuatoriano ha ratificado en Quito su voluntad de colaborar con el gobierno de Santos en su intento.

El Eln es la segunda agrupación armada ilegal activa más antigua del país, con inocultables acciones que han arrojado dolor y lágrimas en un sinnúmero de colombianos; durante varios años, sobre todo cuando estaba al mando el cura español Manuel Pérez, se le reconocía como el grupo subversivo más radical y con enorme influencia sobre amplias zonas del oriente colombiano, especialmente en las áreas de extracción petrolera. Desde el 7 de enero de 1965, cuando el Eln realiza su primera incursión armada guerrillera con la Toma de Simacota y dan a conocer el "Manifiesto de Simacota", su trasegar se ha visto interrumpido por contactos con el Gobierno en búsqueda de un acuerdo político, el último de ellos frustrado en Maguncia, Alemania, a mediados de la década de los 90, y algunos intentos esporádicos – no frontales – con los gobiernos Pastrana y Uribe.

Lo que se vislumbra ahora parece concreto, considerando los avances logrados y los métodos nuevos para los diálogos con las Farc en La Habana. Y escoger un país vecino, amigable como Ecuador con un gobierno en buena tónica como el de Correa, es acertado, además de que se conserve la prudencia y confidencialidad de muchos de los pasos previos como se hizo con las Farc hasta el momento en que le país conoció el comienzo formal.

Cualquier cosa que se haga en aras de la paz, bienvenida, eso sí respetando los criterios de justicia, verdad y reparación en línea con un nuevo orden mundial que rechaza la impunidad aún pagando el precio de una desmovilización y un reintegro a la vida civil.

“Cualquier cosa que se haga en aras de la paz, bienvenida”.

Editorialito

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