La Nación
COLUMNISTAS

Para tomar en cuenta….

Desde su independencia sellada el 7 de agosto de 1819, Colombia no ha sido ajena a la violencia política, sólo ha  logrado gozar de un breve período de relativa paz entre 1902 y 1946. La historia nacional ha estado marcada de un sinnúmero de trágicos acontecimientos, como aquel del 12 de junio de 1948 en el que las guerrillas liberales al mando de Guadalupe Salcedo dieron muerte a 96 miembros de una columna de 100 soldados pertenecientes al Ejército Nacional. En la presidencia del General Rojas Pinilla (1954-1955), las guerrillas liberales fueron amnistiadas. A la renuncia del General Rojas a la Presidencia, 10 de mayo de 1955, se calculaba que el conflicto ya había cobrado la vida de más de 300 mil colombianos, macabra  cifra que ha aumentado ininterrumpidamente hasta nuestros días. Los costos económicos y sociales en más de cinco décadas de conflicto han sido enormes. Sólo en el año 2014 Colombia destinó $22.6 billones a la cartera de Defensa, suma equivalente al 17.9% del Presupuesto General de la Nación; en la última década destinó nada más y nada menos que $230 billones, dinero que bien pudo haber sido invertido en infraestructura, vivienda, salud y educación, áreas en las que  el  país presenta un significativo rezago. Desde luego que las cifras citadas no incluyen el daño producido a la infraestructura productiva por cuenta de acciones de corte terrorista con amplio impacto en lo económico, social y ambiental. Frente a los  enormes costos de la guerra, los de la paz parecieran ser modestos: poco más de 70 billones de pesos. Ahora bien, según cifras recientes del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, en Colombia alrededor de 5.5 millones de personas provenientes de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, han sido desarraigadas violentamente de su terruño. Que la paz y no la guerra resulta ser un buen “negocio” para los colombianos, pareciera no admitir duda alguna: las empresas nacionales podrían penetrar nuevos mercados, la inversión extranjera aportaría en mayor volumen sus recursos a la economía del país y, desde luego, la población en general se beneficiaría con más inversión en educación, salud, ciencia y tecnología, innovación, emprendimiento y empleo. Muchas han sido las experiencias y enseñanzas que se han compartido con personalidades de diversos rincones del Planeta en los que se viven o se han superado conflictos, en el marco de la Quinta Gira Técnica de Cooperación Sur- Sur que lidera la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). Como ha dicho Lola Estela Maldonado de El Salvador: “A la paz se llega  con voluntad política y la fuerza del pueblo…”. ¡Adelante!¡Por la paz de Colombia, ni un paso atrás…!