La Nación
Por qué sí 1 4 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Por qué sí

Luis Alfredo Ortiz Tovar

Colombia es país raro, y al tiempo particular por muchas razones. La exuberancia de su naturaleza, su quebrada geografía, la confluencia de climas que suben y bajan, por la gente y su cultura, por la riqueza incomparable de recursos naturales. Pero sin lugar a dudas, el país resulta exótico porque es el único en el mundo que se niega a aceptar la paz como el valor supremo, y que debe someterse al escrutinio popular si están o no de acuerdo en acabar con el cáncer más demoledor que tiene, la corrupción. Y sí, ahí estamos hoy, divididos otra vez, pensando no por nosotros  mismos sino por los demás, qué es lo más conveniente. Raro que no sepamos sin que nadie no lo diga o insinúe que está bien o que está mal, parecemos irracionales.

Ante el universo de razones para que haya una línea de conducta a que los que manejan los recursos públicos, lo lleven a cabo de manera pulcra, es decir que no se  embolsillen lo que no es de ellos, resultamos asumiendo una actitud de si será que sí o será que no. Y arrancamos con argumentos poco válidos: es que eso ya está en la ley, es que la constitución ya lo tiene establecido, es que viene un proyecto en dicho sentido, y así una andanada de sin razones que hoy quien lo creyera, tiene al país en la diatriba de si vamos o no a votar la consulta popular en contra de la corrupción. Si en gracia de discusión algunos de los aspectos ya se encontraran en algún texto legal, o constitucional, o si avanza un proyecto de ley en línea semejante, faltaba más que resulte estéril salir a votar la consulta en pleno, es decir siete veces sí. Para cualquier cosa deberían existir leyes menos para que quienes gobiernan, porque hace parte de su primer deber, el de utilizar los recursos públicos, y ejercer su función con limpieza total. El funcionario público sirve, no se sirve, cumple con el deber, no hace favores, utiliza los recursos para las labores que se les encomienda. Pero como Colombia es país raro, nos tienen que decir que debemos que hacer lo que tenemos que hacer. Tan rara es Colombia, o mejor su gente, que al encontrar sobre la vía una señal de tránsito de desplazarnos a 30 kilómetros por hora, enseguida encontramos un “policía acostado”, que nos obliga a reducir la velocidad. Así es esta consulta un refuerzo a no hacer lo que no hay que hacer. Y es que mientras que no se eduque para el cambio, todo seguirá igual. Esa entiendo es la razón por la que los jóvenes son quienes más impetuosos manifiestan su intención de votar la consulta favorablemente, quizá porque sienten que la sociedad donde se mueven es casi que inviable, o tal vez porque han empezado a pensar con conciencia crítica, y han asumido su rol de nuevos integrantes de una nueva estirpe que considera que para que tengan oportunidades, se debe partir de lo básico, es decir ser honestos. Sí es lo básico. Por eso es que estamos tan mal, porque no respetamos lo mínimo, tenemos que legislarlo, tenemos que obligarlo, y volver a obligarlo para que se haga efectivo.

Votemos sí no para que un grupo gane, y otro pierda sino para que empecemos a generarle un futuro a las nuevas generaciones, y tengan la oportunidad de sobrevivir en este mar de oprobios.