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Por un sí a Camila

Se llama Camila Abuabara, tiene 24 años y, mientras usted lee esto, ella se aferra a la vida batallando contra una leucemia linfoide aguda en una cama de la Foscal de Bucaramanga. Su cuerpo se encuentra tan inmunosuprimido y ausente de defensas tras una quimioterapia de rescate que sólo puede recibir la visita de una persona a la vez. Aún así, en la mesa auxiliar de su habitación hay como material de lectura recurrente un tratado de derecho civil producido por la Universidad Externado de Colombia, su alma máter y el lugar donde ha cursado cuatro años y medio de su carrera desde que inició en 2006, con las intermitencias propias de su dolencia.

Luego del diagnóstico, su vida se vio sacudida desde entonces por las remisiones y recaídas que esta patología trae consigo. A mediados de mayo tuvo que dejar Bogotá porque ningún hematólogo la recibía ni tampoco había entidad de medicina prepagada que quisiera asegurar su riesgo, pero halló una mano amiga entre los galenos de Bucaramanga y desde hace un par de meses se encuentra en tratamiento. Todo mientras espera pacientemente como candidata a un trasplante de médula ósea, aunque no tiene un donante determinado, pues su hermano, el primer llamado a someterse al procedimiento, no es compatible.

Desde su convalecencia, Camila sólo quiere pedirle a su rector, el Dr. Juan Carlos Henao, una cosa: Que la deje culminar sus estudios para cumplir su sueño de ser abogada y que al menos uno de los planes que tenía para su vida no sea arrebatado por el cáncer que le aqueja. Sólo le faltan 6 meses para culminar la tarea que inició hace 8 años, una minucia comparada con el esfuerzo que esta guerrera ha tenido que hacer para no rendirse y conquistar la cima de su etapa estudiantil.

Todo su día es libre en el hospital, pues ni siquiera puede abandonar el cuarto donde se haya prisionera porque sus glóbulos blancos se niegan a cooperar. Ante esto, no puede viajar a Bogotá, ya que meterse en un vuelo por 45 minutos con decenas de personas podría ser mortal en su condición, pero gracias a la tecnología ella está dispuesta a traerse el salón de clases hasta su habitación. Ella se compromete a leer, estudiar los audios de las clases que sus compañeros le enviarán, presentar exámenes vía Skype e incluso asistir puntualmente a clase por este medio si la universidad así lo dispone.

No es ortodoxo, Dr. Henao, pero es que la situación a la que nos enfrentamos tampoco lo es. Camila cuenta con una voluntad que hará lo que sea necesario para no fallarle si le da la oportunidad que ella le pide. En la Corte Constitucional tuvo casos mucho más complejos, lo que Camila le solicita hoy es más fácil que proteger la Constitución, pero es igual de importante. Usted tiene la llave para cumplir este sueño, sólo necesitamos una llamada de su teléfono a las personas indicadas para decirle sí a la ilusión de Camila.

Vean la petición de Camila en http://youtu.be/t2L-CyrGmw0 y apóyennos en Twitter con #PorUnSíACamila