La Nación
COLUMNISTAS

Que cese la horrible noche

Debo invocar esta expresión de nuestro himno nacional, antes de que sea intervenido quirúrgicamente, por la nueva sociedad de mejoras de las instituciones democráticas nuestras, para identificar el dolor de patria, después de ver como baja por el puente de nuestra democracia, las instituciones pisoteadas y destrozadas, por los nuevos “arquitectos” de la miseria y del desastre.

Con la terminación de este año luctuoso institucionalmente hablando, y ante la desesperanza por la falta de convocatoria de nuestros líderes, para asumir actitudes pacificas pero determinantes, para generar expresiones de inconformidad, frente a los atentados reiterados de quienes por asalto se han tomado el poder, violentando todos los caminos y procedimientos legales, para hacer de nuestra patria el escondedero de la delincuencia más organizada y detestable, amparada en un supuesto socialismo del siglo XXI.

Es importante que los dirigentes que aún mantienen vigencia, hagan un acto de reflexión y ya en el entorno familiar, señalen una estrategia definitiva para evitar que este asalto, se convierta en realidad y se consolide.

Grave aún más, la complacencia de sectores de América Latina, que patrocinan esta serie de actividades, mas por intereses económicos, en perjuicio de los niveles de prosperidad y progreso de los pueblos, que los llevan afanosamente al despeñadero de la pobreza y la miseria, a cambio de su enriquecimiento personal producto del delito y el pillaje. Ser pillo paga.

Terminar este año a como dé lugar, debe ser un propósito nacional, y que cese esta horrible noche que vive nuestro país, producto del delito, del narcotráfico y del terrorismo.

La entrega institucional al delito, y su recuperación a la normalidad, abolir definitivamente la corrupción de las entrañas y la mente de nuestra sociedad, debe ser un propósito nacional para el año que viene; sacudirnos de ese marasmo y de ese aturdimiento malsano, como si se tratara de una anestesia colectiva aplicada por el narcotráfico y su consumo patrocinado por el Estado, como parte de su accionar delincuencial, asearnos material y moralmente, para hacer de nuestra patria un mejor vividero, libre de toda asechanza de los enemigos del alma.

Con todos estos anhelos, pero afrontando las graves dificultades que tenemos por delante, les deseo a todos un buen fin de año y uno nuevo lleno de todas las bondades del mundo, que el progreso y la prosperidad nos atropellen, y que seamos realmente felices, tomados de la mano de Dios.

Los grandes valores humanos, el mejoramiento de las condiciones sociales de nuestra sociedad, la asistencia al que está en dificultades, debe ser nuestro norte.