La Nación
COLUMNISTAS

¿Qué hacer con Venezuela?

En aquellos casos de nacionalismo a la gente le gusta la diplomacia de los micrófonos, de los maltratos, de las palabras fuertes en “defensa de la nación”, que soplen vientos de guerra, para mostrar la fuerza frente a lo que está pasando con nuestros connacionales en la frontera. Lo cierto es que el presidente Maduro está enfrentando una crisis interna nunca antes vivida. Con la delincuencia desbordada, escasez de alimentos, detenciones ilegales de opositores, entre otras, acude a la regla clásica y sencilla de exacerbar el patriotismo, como paso con Las Malvinas en Argentina o la guerra entre Perú y Ecuador en la época de Fujimori. Culpar a los colombianos, cerrar la frontera, hablar de paramilitarismo, de alianzas del expresidente Uribe, todos cuentos absurdos que sirven para desviar la atención de sus problemas internos. Ni el Presidente Santos, ni los colombianos debemos caer en ese juego absurdo, si lo hacemos sería caer en su trampa. La gente tilda al presidente de débil, o que no se pronuncia frente a lo ocurrido en Venezuela. Pues tiene varias vías, pero la pregunta es: ¿Será suficiente para contener a Maduro o solucionar la crisis? Puede empezar con el estilo pendenciero frente a los medios de comunicación, señalar a Maduro de esto o lo otro, hablar fuerte como lo hacía el expresidente Uribe. Lo otro acudir a canales diplomáticos, como llamar a consultas al Embajador, enviar una nota de protesta, entre otros mecanismos jurídicos internacionales. Inclusive ir más allá y denunciar a Venezuela en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o a Maduro ante la Corte Penal Internacional. Lo cierto es que nada de eso solucionaría el problema. A un terco o a un ignorante, por las malas no va a entender, ni a caer en razón. Por las malas en el segundo mandato del presidente Uribe, el Gobierno de Venezuela nos dejó de pagar millones de dólares en comercio, quebró a la industria de zapatos de Santander y Norte de Santander, a los ganaderos le dejaron de comprar la carne y ahora lo hacen en Argentina, sustituyeron productos en Brasil. Claro todos felices con el discurso presidencial, pero al final perdimos todos. El único camino es el dialogo directo, aunque suene a debilidad, acudir a los micrófonos da popularidad, pero no le sirve a la nación, un presidente debe pensar es el país, no en lo que de votos o popularidad. Con el patán del barrio, no se puede igualar, toca tratarlo de otra manera, en la vida definitivamente todo es mejor a las buenas que a las malas, es una regla de oro.