La Nación
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Narran los historiadores que la vida de Buda comienza en el siglo VI a.c., es conocido como uno de los líderes innovadores en el ámbito religioso, fue capaz de difundir su credo más allá de las fronteras de la India, transformándolo en un legado como una de las grandes religiones del mundo.
En una visión contemporánea de Buda, en sus escritos existen lecciones de vida por encima de cualquier fanatismo religioso, es el caso de “la historia del escupitajo”, como una respuesta al arte de saber comprender a las personas, vivimos en una sociedad que ha venido perdiendo el talento de escuchar y la destreza de dialogar respetando la diversidad del interlocutor, por el ritmo frenético de las actividades familiares, sociales y empresariales; sufrimos de sordera, vivimos presos dentro de nuestro propio mundo, perdiendo la oportunidad de comunicarnos con las demás.
La historia es la siguiente: “Sucedió una vez que un hombre escupió a la cara de Buda. Buda se limpio la cara y pregunto al hombre: ¿Tiene algo más que decir? Sus discípulos estaban muy conmocionados y enfadados. Su principal discípulo, Amanda le dijo: ¡Esto es demasiado! No podemos hacer nada por que tú estás aquí. ¡De otra forma habríamos matado a ese hombre! Ese hombre te ha escupido y tú le preguntas: ¿Tiene algo más que decir?”
“Y Buda dijo: “Sí porque esa es una forma de decir algo – escupir. El hombre estaba tan furioso que no le servían las palabras; por eso ha escupido”. Cuando las palabras no sirven, ¿qué haces? Sonríes, lloras, vienen las lagrimas, abrazas, das un sopapo – haces algo. Si hay demasiada ira ¿qué harás? No puedes encontrar una palabra suficientemente fuerte, violenta. ¿Qué harás? – Escupes”.
Esa es la perspectiva de Buda, analiza desprevenidamente la realidad de ese hombre, se intereso por comprenderlo, había venido a humillarlo, pero Buda no se sentía humillado; esa noche este hombre no pudo dormir y volvió a la mañana siguiente ha presentar excusas, el místico responde que ha dormido perfectamente bien y, que no tiene por qué inquietarse por esa pequeñeces, como el líder religioso no esta ofendido, no había nada que perdonar. Contemplando el río Ganges Buda le explica que ha pasado en 24 horas, donde ha transcurrido toda una vida para ambos, ellos ya no son las mismas personas del incidente del escupitajo, lo pasado, pasado está y, ¿quien puede perdonar a quién?